“Para atrás, ni para tomar impulso”. Esta es la frase que usan muchas personas para decir que “no desean retroceder” después de haber tomado alguna decisión.
Aunque muchas veces lo mejor es no mirar atrás, en otras ocasiones sí lo es. Lo que si debemos tener en cuenta es que no hay ningún corredor que se acerque a la meta mirando hacia atrás y corriendo hacia delante. Lastimosamente, muchas personas viven de esa manera. Quieren avanzar pero el estar mirando hacia atrás les impide moverse hacia delante.
Creo que la diferencia está un una simple acción. Al iniciar la carrera, muchos corredores miran hacia atrás, ponen un pie hacia atrás y otro adelante para balancearse y tomar impulso al emprender la carrera. De la misma manera, al tomar nuestras decisiones, debemos cautelosamente hacer lo mismo. Sin embargo, una vez y ya estamos corriendo la carrera, es necesario concentrarnos en el paso a paso y fijar nuestros ojos en la meta. En la vida cristiana, nuestra meta es Cristo. Él puede limpiar nuestro pasado, sostener nuestro presente y ayudarnos a llegar hasta el final. De modo que si estas en la carrera de la vida cristiana, “para atrás ni para tomar impulso”, y si no has comenzado, toma impulso y lánzate a correr con Jesús. La Biblia dice, “…y corramos con perseverancia la carrera que Dios nos ha puesto por delante. Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe” (Hebreos 12:1b-2a, NTV).