Examen

¿Has pasado un examen que no pensabas pasar o has perdido uno que sí estabas seguro de pasar? La vida está llena de exámenes. Algunos de ellos son fáciles, pero otros, diría yo en su mayoría, se presentan para hacernos crecer, desafiarnos y enseñarnos. Hay exámenes de índole académico. Estos, aunque tienen diferentes grados de dificultad son los más fáciles. Otros, son de índole relacional los cuales son aún más difíciles. Qué decir de aquellos exámenes físicos donde muchas veces nos encuentran niveles desproporcionados en nuestra salud teniendo que hacer cambios drásticos para mejorar rápidamente, porque de no ser así, iríamos rumbo a la cama de un hospital o a una cirugía no deseada en cuestión de poco tiempo.

Pero ¿qué decir de nuestro examen espiritual? ¿Cuándo fue la última vez que pasaste por uno de estos? ¿Hace cuando no meditas en cómo está tu vida espiritual? La Palabra de Dios está llena de ejemplos de personas que ignoraron el pasar por un examen en su vida espiritual y cuando lo quisieron hacer, ya estaban enfrentando las consecuencias de sus decisiones, especialmente cuando se habían apartado de Dios. ¿Por qué esperar hasta ese extremo? Lo puedes hacer hoy.

Lo más interesante es que Dios desea que te hagas estas preguntas y que regreses a una comunión con Él si no lo estás haciendo. Siempre hay campo para mejorar y para vivir una vida espiritual más plena. La Biblia dice en el Salmo 139:23, “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos ” (RV1960).

Solo Decídete Y Pídelo

“Solo decídete y pídelo”. Fue la frase que escuché el otro día de un padre hablándole a su hijo en una tienda al ver su cara indecisa para pedir un simple dulce. Debo de admitir que muchas veces soy así. Estoy corriendo todo el día, haciendo esto y aquello, asumiendo que todo va a estar bien. Pero muchas veces he aprendido a detenerme y preguntarle a Dios ¿cuál dirección debo tomar? Muchas veces oro diciendo: “Señor, indícame tu voluntad en esta situación”. En otras ocasiones, he aprendido a pedirle a Dios. No lo hago como un comodín benevolente, sino como a mi Padre celestial, quién todo lo puede y sabe qué es lo mejor para mí.

Te preguntarás ¿por qué tenemos que pedir antes de que Él responda? Simplemente, porque nuestra relación con Dios comienza con la fe. Él no forza a nadie, ni nos obliga a nada. Él nos invita a tener una relación con Él y al conocerle podemos pedir de acuerdo a Su voluntad. La primer pregunta que debemos hacerle es: Señor ¿qué quieres que yo haga? Esta es una pregunta de sumisión. La segunda es: Señor ¿cuál dirección deseas que tome? Esta es una pregunta para inquirir de Su sabiduría.

De modo que, pídele con fe y de acuerdo a Su voluntad. La Biblia dice en Santiago 1:5, “ Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie” (NTV).

Mi Copa

¿Has visto una copa rebosante? Son aquellas copas que están llenas y se derrama el líquido desbordándose por encima de ellas. Usualmente sucede con bebidas que tienen gas, el cual las hace rebosantes. En lo particular me gusta ver los vasos rebosantes. No me gusta ver los vasos o copas a medias. Las cosas a medias no funcionan igual. Dios quiere que seamos rebosantes. Él no desea llenarnos a medias. Él desea llenarnos completamente. El ser lleno del Espíritu es ser controlado por Dios en nuestro caminar de la fe.

No se habla de una llenura como la de un vaso, sino del control del vaso, es decir, de nuestra vida. Sin embargo, en una manera más práctica ¿de qué cosas deseas que Dios llene en tu vida? ¿cuáles son los vacíos que Él puede llenar? ¿cuáles son las áreas que Él puede suplir? Él desea que estemos llenos, completos y felices. Él desea que nuestro corazón sea saciado por Él, que nuestras acciones sean controladas por Él y que confiemos nuestro presente y nuestro futuro en Sus manos.

De modo que, Dios desea llenarte con Su amor, con Su bondad y con todo lo que emana de Su ser. La pregunta es ¿te dejarás llenar por Él? La Biblia dice en el Salmo 23:5, “Dispones ante mí un banquete en presencia de mis enemigos. Has ungido con perfume mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar. (NVI).

Los Comienzos

Stephen King dijo: “El momento que da más miedo es siempre justo antes de empezar”. Todos los comienzos son desafiantes y difíciles. La verdad es que nadie puede volver atrás y hacer un nuevo comienzo, pero cualquiera puede comenzar desde ahora y hacer un nuevo final. Escuché que alguien dijo una vez: “Simplemente, para poder seguir a veces hay que empezar de nuevo”. Así que, los comienzos son oportunidades dadas por Dios las cuales debemos aprovechar.

Hay un concepto bíblico en especial que siempre me ha llamado la atención. Es cuando la Biblia menciona que “las misericordias de Dios se renuevan cada mañana”. La misma creación nos muestra el mismo principio al darnos un nuevo día cada veinticuatro horas. De la misma manera, las estaciones del año nos enseñan este principio. Pero ¿lo adoptamos a nuestra vida diaria? ¿creemos en las oportunidades que Dios nos presenta cada día o pensamos que ya todas ellas han pasado?

Dios desea enseñarnos en los nuevos comienzos. La fe no se debe perder. Por ahí dicen: “Los mejores comienzos vienen después de los peores finales”. De modo que comienza una y otra vez. Dios está contigo. La Biblia dice en Isaías 65:17, “Presten atención, que estoy por crear un cielo nuevo y una tierra nueva.
No volverán a mencionarse las cosas pasadas, ni se traerán a la memoria” (NVI).

El Agua De Vida

Escuché un dicho que me llamó la atención: “Miles han vivido sin amor, pero ni uno solo sin agua”. El agua es esencial para poder vivir. Es la fuerza motriz de toda la naturaleza. Sin ella no se puede vivir. ¿Has tenido sed queriendo tan solo un poco de agua? ¿Has estado alguna vez deshidratado añorando beber por lo menos unos tragos de agua? Yo lo he experimentado en zonas selváticas y desérticas. No es nada placentero.

La Biblia menciona que Jesús es “el agua de vida”. En una ocasión, Él se acercó a un pozo para tomar un poco de agua. La mujer con la que habló era una samaritana quien por cultura no debía cruzar palabra alguna con los judíos. Jesús le pidió agua de beber y le comentó con pocas palabras todo lo que estaba pasando en su vida. Al traerle el agua, Jesús le dice que Él ofrecía un agua del cual nunca más tendría sed.

La mujer fue transformada por ese encuentro con Jesús. Ella fue y compartió de esta “agua de vida” con aquellos que tenían mucha sed. Y tú ¿has tomado de esta agua de vida o deseas tomar y beber para ya no tener sed? La Biblia dice en Juan 4:14, “pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna” (NTV).

Rayito De Luz

Recuerdo un canto que aprendí en la escuela dominical de niños que dice: “Rayito de luz, rayito de luz, brilla en el sitio donde estés, brilla en el sitio donde estés, puedes con tu luz algún perdido rescatar, brilla en el sitio donde estés”. Esto nos habla de una gran verdad: “Debemos brillar en el lugar donde estemos”. Muchas veces puede parecer un pequeño rayito de luz, pero al irradiar en un lugar de suma oscuridad, se convierte en una fuerte luz. Debemos recordar que durante nuestros momentos más oscuros, debemos centrarnos en ver la luz.

Como dijo Desmond Tutu: “La esperanza es ser capaz de ver que hay una luz a pesar de toda la oscuridad”. El ser un “rayito de luz” es mostrar que tenemos fe y esperanza. Es alumbrar aunque otros no alumbren. Es demostrar que somos diferentes. Es saber que aunque estemos en la oscuridad de la noche, siempre habrán partes que brillen. Es esperar lo mejor y recibir lo que venga de parte de Dios. Es compartir con otros lo que hay en nuestro corazón. Es decidir ir en contra de la corriente y no ser parte del montón. Es ser únicos y reales.

Entonces ¿qué tipo de luz estás irradiando? ¿Estas irradiando la luz de Cristo? La Biblia dice en Isaías 9:2, “El pueblo que camina en oscuridad verá una gran luz. Para aquellos que viven en una tierra de densa oscuridad, brillará una luz” (NTV).

Irrespetuoso

Alguien dijo: “El secreto de una vida feliz es el respeto”. Entonces, el contradicho sería: “El secreto de una vida infeliz es el irrespeto”. ¿Has conocido a personas irrespetuosas? Es aquella persona que manifiesta una falta de respeto hacia algo o hacia alguien. El irrespeto se ha convertido en una falta grave para la sana convivencia entre las personas, pues violenta uno de los principales valores que garantizan la armonía social: “el respeto”.

Hay personas que no respetan porque simplemente no se respetan ellos mismos. Debemos respetar las diferencias de otros, demostrar respeto por las opiniones ajenas, respetar otras culturas y apreciar aquellos que están alrededor nuestro. Como dicen por ahí: “Siempre es más valioso tener el respeto que la admiración de las personas”.

El respeto es un principio fundamental en la escala de valores de la sociedad. Así que hazte las siguientes preguntas: ¿Me respeto a mí mismo? ¿Cómo puedo mejorar en respetar a otros? ¿Cómo puedo contribuir hacia una cultura de respeto? Sobre todo, ¿cómo puedo respetar más los preceptos de Dios? La Biblia dice en Colosenses 3:13, “soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (RV1960).

Inundado

Vivo en un área considerada como zona de inundación. Cada vez que llueve torrencialmente, me doy cuenta que la casa de mi vecino tiene un lago al frente. Usualmente, tiene dificultad para ingresar con sus carros, lo cual parece ser todo un desafío. Doy gracias a Dios porque mi casa esta un poco más elevada y no le entra el agua, aún cuando llueva muy fuerte. Sin embargo, recibimos los riachuelos de agua de las otras casas los cuales desembocan al frente de la nuestra.

Esto me pone a pensar en las áreas de nuestro corazón que puedan estar inundadas. Algunas áreas de nuestro corazón pueden ser una “zona de inundación” para diferentes sentimientos. Nuestro corazón se puede inundar de sentimientos muy buenos como de sentimientos muy nocivos. Las preguntas que surgen son ¿qué estamos haciendo para que nuestro corazón no se inunde con sentimientos engañosos? ¿qué medidas estamos tomando para que las aguas torrenciales de la amargura, el enojo, la frustración y el engaño no hagan estragos en nuestra vida?

Pon límites para que tu corazón no se inunde de aguas innecesarias. Construye tu casa sobre la roca que es Cristo y aunque vengan las aguas torrenciales, no se inundará. La Biblia dice en Mateo 7: 24-25, “Todo el que escucha mi enseñanza y la sigue es sabio, como la persona que construye su casa sobre una roca sólida. 25 Aunque llueva a cántaros y suban las aguas de la inundación y los vientos golpeen contra esa casa, no se vendrá abajo porque está construida sobre un lecho de roca”, (NTV).

Puro Cuento

“Eso es puro cuento”. Esta es una expresión que usamos en mi país natal Colombia cuando no creemos una versión de algo o sabemos que la persona que nos está hablando dice muchas mentiras. Otras veces, sacamos conclusiones a “priori”, desacreditando la información y rápidamente decimos: “Eso es puro cuento”. Pero ¿es en realidad puro cuento? ¿qué tal si es verdad? ¿por qué juzgamos tan fácilmente?

La tendencia natural del ser humano es a ser críticos, desconfiados y mentirosos. Sin embargo, también debemos cultivar la verdad de la Palabra de Dios en nuestras vidas. No todo es “puro cuento”. A veces sí es verdad. Dios puede sorprendernos con el cambio de una persona o de una situación. Dios aún hace milagros y puede transformar cosas que parecen imposibles. Dios actúa con poder y libertad en medio de nosotros.

Déja atrás la incredulidad, el espíritu crítico y tu propensidad a juzgar en primer lugar. Dios es el único que juzga y quién tiene un criterio puro para poder emitirlo hacia los demás. Decide vivir en la libertad que Cristo otorga. La Biblia dice en Romanos 2:1, “Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas” (NTV).

Aparentar

Vivimos en un mundo de apariencias. Sin embargo, como dice el dicho: “Las apariencias engañan”. Aparentar es mostrarle a otros lo que verdaderamente no somos como si lo fuese. Es vivir en una mentira como si fuese una verdad. Es poner una máscara pública y tapar lo realmente puro e interno del corazón. Es muchas veces poner más interés en hacer creerle a los demás que somos felices que el tratar de serlo. Es vivir cautivo de una mentira y adoptarla como una realidad.

Un dicho de la antigüedad enuncia: “Mientras que al enemigo se le juzgue solo por su apariencia, su victoria está garantizada”. En otras palabras, nadie sale vencedor al vivir bajo apariencias. Algunos rigen su forma de hablar, de vestirse, de actuar y hasta de caminar por aparentar algo que no son. Pero ¿qué es realmente lo que está pasando en sus vidas? La realidad es que han decidido ser esclavos del “qué dirán”. Son esclavos de una o más mentiras. No obstante, el no vivir en la verdad los hace esclavos de las mentiras.

Entonces, deja de aparentar lo que no eres. No trates de ser ni de hacer algo que no va contigo. Sé auténtico, realmente feliz al adoptar la identidad que tienes en Cristo, las promesas de Su Palabra y las bendiciones que Él tiene preparadas para ti. La Biblia dice en Juan 7:24, “No juzguen por las apariencias; juzguen con justicia”, (NVI).