Reedificar

Hace poco visitamos con la familia el monumento que se hizo para conmemorar las muchas vidas que murieron en la tragedia del 9/11 en Nueva York en el año 2001. Al visitar dicho monumento y ver las fotos de este momento tan doloroso para la historia estadounidense, solo podía pensar en que años después, aunque se haya construido un monumento y el otro este en construcción, el sitio de la tragedia, ya es comúnmente transitado y visitado. Esto nos habla del principio de “reedificar”.

La historia es testigo una y otra vez de cómo naciones, civilizaciones y distintas regiones se han sobrepuesto a las guerras, a las tragedias naturales y a los accidentes criminales. Dios le ha dado al ser humano la capacidad de crear, reorganizar, diversificar, asignar y reconstruir. Después de las tragedias, hay una nueva oportunidad para construir de nuevo.

¿Qué necesitas reedificar en tu vida? Los patriarcas en el Antiguo Testamento reedificaron altares para adorar a Dios. Un hombre como Nehemías pudo liderar la reedificación del muro de Jerusalén. Otros como Josué, pudieron caminar sobre ruinas en la conquista y reedificar. Y tú ¿qué necesitas reedificar hoy?

La Biblia dice en Isaías 61:4 , “Entonces reedificarán las ruinas antiguas, levantarán los lugares devastados de antaño, y restaurarán las ciudades arruinadas, los lugares devastados de muchas generaciones” (LBLA).

¿Dónde Está Tu Apoyo?

¿De qué proviene tu apoyo? ¿Depende de las circunstancias, de las personas, de los ingresos, etc.? ¿En qué estás arraigado? Déjame decirte algunas cosas: Si te apoyas en tu propia opinión, fallarás, si te apoyas en otras personas, estas podrán defraudarte, si te apoyas en tu preparación no será suficiente, si te apoyas en tu experiencia quedarás corto, si te apoyas en las circunstancias estas son cambiantes, pero si te apoyas en Dios, nunca saldrás defraudado. 

¨La vida es una sucesión de lecciones que deben ser vividas para ser entendidas¨ (Helen Keller). Pero ¡qué mejor si dichas lecciones están basadas en Dios! Solo allí tendrán un fundamento sólido donde se podrá construir con seguridad. Evalúa en qué te estas apoyando y verás que marcará una gran diferencia. La Palabra de Dios compara un buen apoyo con un hombre quien se asemeja a un árbol plantado junto a corrientes de aguas, el cual da su fruto a su tiempo, su hoja no cae y todo lo que hace prosperará (Salmo 1:3). También lo compara con un hombre que edificó su casa sobre la roca, donde las tormentas vendrán, pero su casa no se caerá fácilmente (Mateo 7:24). 

Entonces, ¿en dónde está tu apoyo? La Biblia dice en el Salmo 121:1-2, “1 Levanto la vista hacia las montañas, ¿viene de allí mi ayuda? 2 ¡Mi ayuda viene del Señor,
quien hizo el cielo y la tierra!”, (NTV).

Fraude

¡Es todo un fraude! Fueron las palabras de un hombre frustrado quien salió de una oficina al lado de un consultorio donde yo estaba esperando para una cita. Su rostro reflejaba una gran decepción y engaño. Un fraude es algo que suena demasiado bueno para ser verdad, pero no lo es. Los fraudes son deshonestos y no llegan a convertirse en una realidad.

El primero y peor de los fraudes es engañarnos a nosotros mismos. Sin embargo, muchas veces hacemos esto consciente o inconscientemente. Pero, ¿por qué tendemos a engañarnos y a ser fraudulentos con nosotros mismos? Usualmente se debe a un inadecuado concepto de nosotros, a una mala evaluación de nuestra realidad y a un mal manejo de nuestros recursos. Debemos trabajar diligentemente para no ser un fraude ni para nosotros mismos, ni para los demás. Pero, ¿cómo evitamos el fraude? Siendo honestos, trabajando, esforzándonos, desarrollando un sentido de lealtad, creando un cultura de servicio y no viviendo bajo la mentira, sino siempre bajo la verdad.

Dios no desea ni que seas un fraude, ni que hagas fraude. Él premia la honestidad, la diligencia y la perseverancia. ¿Trabajarás en ello? La Biblia dice en Levítico 19:11 , “No hurtaréis, y no engañaréis ni mentiréis uno al otro” (RV1960).

No Hay Días Malos

¡No he tenido un día bueno en mucho tiempo! Fue el comentario que recibí de un señor en el aeropuerto recientemente. Es más, esta persona añadió diciendo: “Parece ser que hay muchos días malos y solo unos pocos buenos”. Al escuchar esas palabras, me puse a pensar en lo que le respondería. Lo primero que se me pasó por la mente fue decirle: “No hay días malos, solo días en los que tenemos que aprender a confiar más en Dios”. El señor me volteó a mirar firmemente, pensé que me había metido en problemas por mi comentario, pero después me dijo: “Cuéntame de ese Dios que dices, porque yo no lo conozco y quizá sea lo que necesite”. Tuvimos una conversación muy amena acerca de Dios y de su fe. Al final, antes de abordar el avión, me dijo: “Ya lo entendí, no hay días malos, solo días donde debemos aprender de Dios”. ¿No es así?

La Palabra de Dios menciona que cada día ha sido hecho para confiar, pedir y depender en Él. Sus misericordias se renuevan cada mañana y grande es Su fidelidad. Su amor no se agota. Además, cada día está lleno de nuevas oportunidades.

Entonces, ¿recibirás cada día como un regalo de parte de Él? Recuerda que no hay días malos, sino que cada uno de ellos trae una lección de parte de Dios. La Biblia dice en el Salmo 23:6, “Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor viviré por siempre” (NTV).

Sentimientos De Liberación

Mucho se habla hoy en día sobre diferentes tipos de ¨liberación¨. Por ejemplo, la liberación femenina, la liberación del yo, la liberación sexual, la liberación individual, etc. Parece ser que hay un auge con el término ¨liberación¨. Alguien dijo: ¨La sabiduría es la liberación de la cabeza. El amor es la liberación del corazón. La belleza es la liberación de los sentidos y el rito es la liberación del acto¨. Pero, ¿cuáles son los sentimientos más frecuentes de los que tenemos que ser liberados?

En una encuesta reciente acerca de los sentimientos que más albergan los adultos mayores de 20 años, se identificaron los siguientes sentimientos: la decepción, la culpabilidad, el rencor, la falta de perdón, la traición, la auto conmiseración, el temor, la amargura, el odio, los deseos reprimidos y la baja autoestima. Todos estos sentimientos se albergan en lo más profundo del corazón y tienden a gobernar los pensamientos, y por ende, las acciones. Bob Marley dijo: ¨Nadie más que uno, puede liberar su mente de la esclavitud¨. Yo añadiría: ¨Nadie más que Dios puede liberar la mente, el alma y el cuerpo de cualquier esclavitud¨.

Medita en los sentimientos y pensamientos de los cuales desearías ser liberado. ¡Dios desea liberarte! ¿Dejarás que Él lo haga? La Biblia dice en 2 de Samuel 22:2-3, “2«El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; 3 mi Dios, mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro. Él es mi refugio, mi salvador, el que me libra de la violencia” (NTV).

Decepción

Un día leí una frase en el tema de la decepción que se me quedó grabada y dice: “No permitas que las decepciones de hoy pongan una sombra en tus sueños y propósitos del mañana”. Las decepciones son parte normal en esta vida porque nosotros decepcionamos a otros tanto como otros nos decepcionan a nosotros. Entonces, las decepciones no están diseñadas para destruirnos, sino para fortalecernos.

Una de las quejas más recurrentes de la gente de hoy en día son las muchas decepciones a las que se enfrentan día con día. Se podría decir que vivimos en un mundo de “decepcionados o desilusionados”. ¿Qué debemos hacer? Entender que nosotros somos los primeros que decepcionamos a otros y que nos decepcionamos a nosotros mismos. Trabajar para que las decepciones no nos hagan detenernos en la carrera que tenemos por delante. Enfocarnos en mejorar para no causar ninguna decepción a otros. También perdonar a aquellos que nos decepcionan y pedirle a Dios que nos ayude para no decepcionarnos fácilmente.

Dios nunca nos decepcionará, ¿lo crees? La Biblia dice en Deuteronomio 7:9, “Reconoce, por lo tanto, que el Señor tu Dios es verdaderamente Dios. Él es Dios fiel, quien cumple su pacto por mil generaciones y derrama su amor inagotable sobre quienes lo aman y obedecen sus mandatos” (NTV).

El Secreto De Cerrar La Puerta

¿Cuántas veces has literalmente cerrado alguna puerta? Desde el joven que cierra con enojo su cuarto para excluirse en su mundo y en su propia realidad, como aquellos que cierran la puerta para una reunión importante y poder concentrarse en los temas que se han de tratar. Algunas veces hemos cerrado la puerta consciente o inconscientemente. Otras veces a propósito para que no nos vean o para excluir a alguien que no queremos y entre particularmente en donde estamos. Pero, ¿qué decir de las puertas que nos cierran a nosotros? Aquellas que queremos abrir y nadie suele abrirlas. Es decir, las oportunidades por las cuales “tocamos a la puerta” pero parece que nadie sale a abrirla. 

A lo largo de la vida aprendemos que hay puertas que se abren sin siquiera intentarlas abrir. En cambio hay otras que aunque se traten de abrir, nunca se abren. Hay puertas que abrimos deliberadamente y hay otras que cerramos porque si no lo hacemos, lo que entra puede hacernos mucho daño. En cierta manera, la vida es un abrir y cerrar de puertas. 

Sin embargo, hay una puerta que es necesario cerrarla para crecer espiritualmente. Esa es la puerta que deja afuera las distracciones mientras oras a Dios. Cuando cierras la puerta de tu habitación para entrar con Dios en oración, Él abre las ventanas de los cielos y los portones de bendición. La Biblia dice en Mateo 6:6, “Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará en público”, (NVI).

Oportunidades

Muchas veces hemos escuchado el dicho: “Las oportunidades se pierden”. Yo suelo decir: “Las oportunidades no se pierden, simplemente se le pasan a otra persona”. En repetidas ocasiones pensamos que ya no volveremos a tener oportunidades porque estas han pasado con el tiempo, con las personas o con las circunstancias. Sin embargo, la Palabra de Dios está llena de promesas en cuando a las oportunidades. Es más, Dios se dio a sí mismo la oportunidad de crear al ser humano aun sabiendo que podía desviarse de Sus caminos. No obstante, creó al hombre a Su imagen y conforme a Su semejanza. 

Su creación máxima pecó. Le erró al blanco una y otra vez. Trató de hacer el bien en repetidas ocasiones y no pudo. Pero Dios, quien es grande en misericordia, ya tenía un plan y una promesa para otorgar una oportunidad inmerecida a la perdición del hombre. Él envió señales de respaldo a Su pueblo escogido. Les sustentó en el cautiverio y en medio del desierto. Les envió comida, sustento, sombra, luz y les profería una Palabra de oportunidad a través de sus profetas una y otra vez. La historia bíblica está llena de oportunidades que pasaron de una persona a otra. Dios nunca se dio por vencido con un pueblo obstinado, terco y pecador.

La oportunidad más grande fue palpable al enviar a Su mismo Hijo para salvar a la humanidad. Jesús, es la “oportunidad” que le da sentido a las demás oportunidades. Entonces, ¿deseas la oportunidad verdadera a través de Jesús? 

La Biblia dice en Lamentaciones 3:22-23, “¡El fiel amor del Señor nunca se acaba! Sus misericordias jamás terminan. Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana” (NTV).

Truenos De La Vida

Soy una de esas personas que ha aprendido a disfrutar las tormentas fuertes pero no siempre ha sido así. Cuando estaba chico y llovía fuertemente, el sonido que producía la lluvia en el techo de la casa donde crecí era muy escandaloso. Lo que me hacía correr hacia el cuarto de mis padres no era la lluvia, eran los grandes truenos y su impetuoso sonido. Este sonido tan peculiar me hacía sentir un poco nervioso porque no entendía el por qué se producía. Más adelante, cuando tenía unos cinco años de edad mi madre me enseñó con fotos el proceso que se suscita en las nubes y el porqué de dicho sonido. Recuerdo que me dijo: “no te dejes asustar por el sonido de los truenos. Recuerda que los truenos son necesarios y normales para que sea una tormenta buena y cumpla su objetivo de regar la tierra que Dios ha creado”. Aunque entendí el concepto de los truenos y su propósito, no dejé de ir al cuarto de mis padres hasta cuando lo consideré necesario.

Esto me puso a pensar en los muchos ruidos extraños y fuertes que suelen atormentar nuestra vida. Hay problemas tan fuertes que nos aturden y nos hacen esconder bajo el techo del temor y de la preocupación. Hay otros que no nos permiten escuchar ni ver lo que está alrededor nuestro. Debemos aprender que así como los truenos son necesarios para que las tormentas naturales se acaben, así lo son las circunstancias difíciles que enfrentamos diariamente. 

A pesar de los truenos de la vida, nunca pierdas la esperanza. No dejes que el ruido de este mundo te impida escuchar la voz de Dios. La Biblia dice en Salmo 4:3, “Sepan que el Señor honra al que le es fiel; el Señor me escucha cuando lo llamo”, (NVI).

Ladridos De Perro

“Perro que ladra no muerde”, es el dicho de muchos al escuchar el ladrido de los perros. Sin embargo, hay perros que ladran y por supuesto que muerden. Un sin número de perros son juguetones y ladran para llamar la atención, pero otros ladran para advertirnos de que están cuidando un territorio que les ha sido asignado. 

En múltiples ocasiones que salimos a visitar diferentes hogares hemos visto el anuncio que dice, “cuidado con los perros”. En otras palabras, entren a su propia discreción y conscientes del riesgo. Algunas veces son perros pequeños y juguetones, en otras, son perros grandes, guardianes y bravos. Por eso, al mirar los perros, preferimos llamar a las personas para que salgan y nos puedan dejar entrar a salvo a sus casas. 

De allí surgen los dichos, “ladridos de perro o perro que ladra no muerde”. Se refiere a que hay personas que hablan mucho, se quejan, parecen estar bravas pero en realidad no lo son. Otras parecen estar peleando, discutiendo o llorando por todo pero solo son ladridos como los de un perro. Solo lo hacen para “llamar la atención”. 

Evita los ladridos de perro, no sirven para nada. Antes bien, adopta una postura de confianza, mansedumbre y humildad ante los demás. Te aseguro que te irá mejor. La Biblia dice en Colosenses 3:8, “Pero ahora es el momento de eliminar el enojo, la furia, el comportamiento malicioso, la calumnia y el lenguaje sucio”, (NTV).