Sin Fuerzas

¿Te has sentido alguna vez sin fuerzas? ¿Te has sentido como si no pudieras seguir adelante? ¿Te has sentido sin ganas de levantarte de la cama y de emprender el día? Creo que todos sin excepción nos hemos sentido alguna vez sin fuerzas. Algunos literalmente sin fuerzas físicas, pero otros ya no tienen nada de fuerza emocional o espiritual para proseguir. Si te has sentido de esta manera déjame decirte que hay buenas noticias. ¡No eres el único que se ha sentido así! En una estadística reciente, se arroja que más del 60 por ciento de la población menciona el haber perdido sus fuerzas emocionales. Parece ser que las enfermedades del siglo XXI son más de carácter emocional que de carácter físico.

Pero, ¿qué hacer ante esta situación? Reconocer que el quedar sin fuerzas no es ajeno al ser humano, y por lo tanto, se debe identificar cuando te sientas de esta manera. En segundo lugar, debes levantarte por obediencia y compromiso buscando ayuda. Muchas veces una simple conversación con alguien maduro, unas palabras de aliento o una oración, pueden cambiar la manera como te sientes. Además, pídele a Dios que multiplique tus fuerzas. Él se place en fortalecernos, alentarnos y suplir nuestras carencias físicas, emocionales y espirituales. La Biblia dice en Isaías 40:29, “Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (RV1960).

Cuando Se Acaban Las Palabras

En repetidas ocasiones se nos acaban las palabras. Parece ser que nos quedamos sin palabras frente a algunos hechos, eventos y noticias inesperadas. La vida tiene una manera peculiar de sorprendernos sin esperarlo. Pero, ¿qué hacer cuando ya no hay palabras? Una respuesta simple es ¨esperar¨. La espera puede soler ser difícil, desesperante y angustiante. Sin embargo, la espera se convierte en el instrumento donde Dios nos enseña, nos anima y nos fortalece.

Cuando se acaban las palabras siempre queda el silencio. Es allí en el salón de la espera y en el silencio donde Dios se hace real colmándonos con Su paz y haciendo palpable Su presencia. Es en el silencio, en el silbido apacible donde escuchamos Su dulce voz y donde las promesas se tornan reales. Es allí en la espera donde nuestras dudas se disipan y donde nuestros esfuerzos no pueden nunca ser suficientes. Cuando se acaban nuestras palabras es donde comienzan las palabras de nuestro Dios. El silencio se irrumpe cuando permitimos que la voz de Dios se escuche de manera audible, clara y veraz.

Si se te han acabado tus palabras, no te preocupes. Dios nunca carece de palabras. Él siempre tendrá un mensaje para ti. Quizá Él te deje sin palabras para que escuches realmente Su voz. Entonces, ¿le estás escuchando? La Biblia dice en Salmo 29:4, “La voz del Señor es potente; la voz del Señor es majestuosa” (NTV).

Jesucristo Basta

Me fascina el canto que tiene como título, “Jesucristo basta”. Muchas veces solo tenemos que recordar que el nombre de Jesús es poderoso. Cuando Él está, es suficiente. Él nos libra de todas nuestras aflicciones. Él nos escucha en lo más profundo de nuestro corazón. Él es el único que nos comprende a cabalidad. Él es quien puede suplir todas nuestras necesidades. Él es quien nos levanta en los momentos de más necesidad. Él es quien quita todos nuestros temores. Él es quien nos protege y nos guía. Él es el que nos sana de todas nuestras dolencias. Él es suficiente. Además, Él llevó nuestros pecados en la cruz y el pago de todas nuestras enfermedades recayó sobre Él.

¿Crees que Jesucristo basta? Si no lo crees, déjame decirte que Él sanó a muchos enfermos dando vista a ciegos, levantando paralíticos, limpiando leprosos, sanando enfermedades extremas, liberando endemoniados y hasta resucitando a muertos. Es más, la misma creación como las aguas del mar le obedecieron. Su nombre ha sido, es y será suficiente. Su sacrificio nos compró un lugar en el cielo que nos ofrece gratuitamente y nos está preparando un lugar allí para que estemos junto a Él por la eternidad. Entonces, ¿crees que Jesús basta? La Biblia dice en Filipenses 2:10-11, “10 para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, 11 y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre” (NTV).

No Estoy Conforme

¿Cuántas veces no estamos conformes con lo que somos ni con lo que tenemos? La inconformidad es un sentimiento y una práctica constante en el ser humano. Parece que el sentido de insatisfacción se incrementa al crecer. Muchas personas dicen “No estoy conforme”. No estoy conforme ni con mi matrimonio, familia, trabajo, profesión, amistades, en fin, no estoy conforme con mi vida. En cierta instancia, está bien “no conformarnos” con lo mínimo para poder esforzarnos y progresar. Sin embargo, me refiero al sentimiento de inconformidad constante, quejumbroso y frustrante. Me refiero a ese sentimiento que no deja disfrutar el presente y que roba el gozo, quita la paz e incita a la intranquilidad.

La Palabra de Dios nos insta a “no conformarnos” al molde de pensamiento de este mundo, ni a nuestros pecados. Nos invita a no seguir las corrientes y filosofías que afectan nuestra vida de manera errónea. En cambio, nos invita a vivir una vida conforme a la voluntad de Dios, a depender de Dios, de Su Palabra y del poder que Él nos puede dar. Nos invita a ejercer el “contentamiento” y el “agradecimiento”. Nos insta a esperar en Dios y a disfrutar de cada una de Sus bendiciones.

Entonces, no te conformes a las cosas que no son trascendentes. Confórmate con seguir la voluntad de Dios. Este es el mejor tipo de conformidad que podremos experimentar. La Biblia dice en Romanos 12:2, “2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (RV1960).

Quitándonos El Ropaje Antiguo

No sé si tú eres como yo, pero a mi me gusta usar la ropa vieja y sobre todos los zapatos que ya he usado por algún tiempo. Se me hacen más cómodos. Muchas veces aunque he tenido cosas nuevas, opto por ponerme las cosas viejas. No deseo aprender a cómo usar lo nuevo aunque sea mucho mejor. Sin embargo, después de usarlo por primera vez, me doy cuenta de todos los beneficios de usar lo nuevo y dejar de usar lo que ya no funciona bien.

De la misma manera nos pasa en nuestro caminar de la fe. Aunque tenemos una nueva vida en Jesús batallamos con vivirla en plenitud. Preferimos refugiarnos en el ayer, en los errores y experiencias del pasado o en nuestra propia carne. Se nos olvida que ahora tenemos un ropaje nuevo y que Dios nos ha dado una nueva identidad, una nueva autoridad y una nueva posición. Se nos olvida que nuestro pasado ya no nos define, ni tampoco nuestra naturaleza pecaminosa. Ahora tenemos acceso a nuevos recursos espirituales y a un ropaje nuevo que podemos usar a diario. Debemos renunciar a las cosas antiguas y vivir en novedad de vida.

Deja de ponerte el ropaje viejo y ponte el ropaje nuevo que Dios ofrece. Al hacerlo, caminarás en novedad y plenitud de vida. La Biblia dice en Colosenses 3:10, “10 Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a él” (NTV).

Versiones

No todos tienen la misma versión. Pueden haber tres personas en un mismo lugar, experimentar el mismo evento, participar del mismo programa, comer la misma comida y a la hora de preguntarles sobre cada uno de ellos, lo pueden describir de manera diferente. Las versiones varían de acuerdo a las personas, a sus percepciones, su entrenamiento, sus emociones, su personalidad, entre muchas otras variables.

No obstante, aunque muchos posean versiones diferentes, Dios no. Él siempre tiene la misma versión de nosotros porque nos ama incondicionalmente. Él nos mira a través de Su hijo Cristo quien ha pagado en la cruz por todos y cada uno de nuestros pecados. Él tiene el mismo veredicto que dice: ¨Perdonados¨ por medio de la sangre de Jesús. Él ha extendido Su cetro de misericordia y Su brazo de amor para ministrarnos a todos nosotros. Él nos ha buscado y rescatado. Es más, Él nos ha amado aún sin merecerlo.

Aunque nosotros y los demás tengamos diferentes versiones, es bueno saber que Dios es el mismo ayer, hoy y por siempre. Lo que Él ha dicho, se hará sin faltar a ninguna de Sus palabras. Él es fiel a Sus promesas, ¿creerás en Él? La Biblia dice en Isaías 25:1, “Oh Señor, honraré y alabaré tu nombre, porque tú eres mi Dios. ¡Tú haces cosas maravillosas! Las planeaste hace mucho tiempo, y ahora las has realizado” (NTV).

Sucesor

Un día escuché una frase que dice: “El éxito de tu liderazgo es medido por el éxito de tu sucesor”. Me llamó la atención esta frase, porque muchas veces se piensa que el éxito de un líder radica en él o ella. Sin embargo, el principio de la sucesión es fundamental. ¿Te has puesto a pensar en quiénes serán tus sucesores? No solo a nivel familiar, sino a nivel laboral y ministerial. ¿Quiénes son aquellos que tomarán la batuta cuando ya no estés o cuando Dios decida llevarte a Su presencia? ¿En quién estás invirtiendo actualmente para que sea tu sucesor?

El Señor Jesús fue un experto en la materia. Él escogió a doce para andar con ellos y para enviarlos a predicar. Les mostró cómo debían ministrar a otros, les enseñó con ejemplos claros y contundentes, les guío durante momentos muy difíciles, les demostró con Su vida lo que era someterse a Su Padre y el ser fiel hasta la muerte. Pero sobre todo, les preparó para el tiempo de Su partida. Aunque los discípulos no lo habían entendido todo, una vez y Jesús ascendió al cielo, todas Sus lecciones hicieron más sentido. Jesús nunca los dejó solos, pero siempre les mostró el camino por el cual debían andar.

Y tú, ¿en quién estás invirtiendo? ¿ Cuál o cuáles serán tus sucesores? ¿ A quiénes enviarás después de ti? La Biblia dice en Marcos 3:14, “14 Luego nombró a doce de ellos y los llamó sus apóstoles. Ellos lo acompañarían, y él los enviaría a predicar” (NTV).

Habla Con Dios

Recuerdo en los años de mi infancia las palabras de una hermana después de la muerte de mi amada madre, quien me dijo suavemente en el oído: “Cuando no entiendas lo que esté pasando, solo habla con Dios y deja todo en Sus manos”. Este es un consejo tan simple y práctico, pero a su vez muy profundo. De repente, en momentos de prueba, frustración y espera, recuerdo este simple consejo de hablar con Dios.

Hablar con Dios es algo impresionante. Él es el Creador de todo lo que existe. Él es el Rey de reyes y Señor de señores. Él tiene el dominio sobre todas las cosas y Su Palabra tiene supremo poder. ¿Sabías que tenemos libre acceso ante Él? Pero, ¿cómo es esto? Nadie puede presentarse ante un rey humano sin ser previamente agendado y revisado. Sin embargo, nuestro Padre celestial nos recibe en cualquier momento cuando clamamos a Él en el nombre de Su hijo Jesús. Jesucristo vino a este mundo para salvar lo que se había perdido, murió por nuestros pecados, pero resucitó. Además, la división que había entre el cielo y la tierra se deshizo. Ahora a través de Jesús, tenemos libre acceso ante el trono de la gracia de Dios.

Tu Padre celestial desea hablar contigo. Él desea escuchar tu voz. Puedes venir a Él en cualquier instante a través de Jesús. ¿Deseas conversar con Él? La Biblia dice en Jeremías 33:3, “3 pídeme y te daré a conocer secretos sorprendentes que no conoces acerca de lo que está por venir” (NTV).

Cambio De Corazón

“Si Dios no cambia tu situación es porque aún debe cambiar tu corazón”. Muchas veces esperamos que cambien nuestras situaciones cuando lo que Dios desea es cambiarnos a nosotros. La mejor herramienta que usa para forjar nuestro corazón es trabajando alrededor nuestro, porque usualmente el corazón tiene razones que la razón tiende a ignorar.

Algunos dicen: “Trata de ver con el corazón”, pero el corazón no ve. Cuando nos referimos al corazón usualmente estamos hablando de nuestros sentimientos y emociones. Sin embargo, en la cultura bíblica, el corazón también está conectado con nuestros pensamientos. Es por eso que la Palabra de Dios dice que Dios discierne hasta los pensamientos e intenciones del corazón.

Entonces, ¿cómo está tu corazón? Deja que Dios trabaje primero en ti. Te darás cuenta que al dejar que Dios cambie tu corazón, tu situación cambiará. Examina tu corazón y pídele a Dios que cambie todo lo que necesite de lo profundo de tu ser. Te aseguro que te sorprenderás de los resultados. La Biblia dice en Jeremías 17:10 , “Pero yo, el Señor, investigo todos los corazones y examino las intenciones secretas. A todos les doy la debida recompensa, según lo merecen sus acciones” (NTV).

Nacidos con propósito

Alguien dijo: “El propósito en la vida es una vida de propósito”. Lo más triste es que hay personas que no saben la razón ni el sentido de su existencia. No saben de dónde vienen ni saben hacia donde van. Todos nacimos con un propósito más grande que el crecer, reproducirse, trabajar, pagar cuentas y morir. Hemos sido creados con un diseño especial y con un propósito particular. Un sentido de propósito le añade valor a nuestra vida, porque si sabes quién eres, sabrás lo que vales.

El propósito en la vida es crecer, compartir, servir y amar a los demás. Todas las cosas, aún la adversidad, tienen un propósito en la vida. Si trabajamos con un propósito, no tendremos tiempo para malgastar nuestros esfuerzos y para divagar en asuntos triviales. A cualquier edad es preciso descubrir el propósito de vida, ya que se convierte en la cura para muchos males.

Dios desea que descubras tu propósito. Es tan importante el día cuando naces como el día que sabes para qué has nacido. La respuesta a esta búsqueda radica en nuestro diseño. Nuestros dones y talentos nos revelan en parte lo que tenemos en nuestro ser para servir a Dios y a los demás. De modo que si nos has encontrado tu propósito, encuéntralo. Si lo has encontrado, afirmarlo; y si lo estas realizando, permanece firme. La Biblia dice en Isaías 43:7, “7 Traigan a todo el que me reconoce como su Dios, porque yo los he creado para mi gloria. Fui yo quien los formé” (NTV).