La Soledad

La soledad no es solo el estar sin una persona al lado. A veces la soledad más triste es aquella que se vive acompañada de personas, y aún más, de las personas equivocadas. En otras palabras, puedes vivir acompañado de personas a tu lado, pero aún sentirte solo(a). ¿Te ha pasado? La soledad entonces es un estado emocional doloroso del cual padecen muchas personas. 

Sin embargo, la soledad no es simplemente un estado negativo o depresivo. A veces el estar sólo(a) es muy bueno. La soledad, cuando es bien usada, se convierte en un regalo que nos lleva a encontrar el propósito de alguna situación y muchas veces el propósito de nuestras vidas. En la soledad podemos reflexionar, meditar, formular y planear. En la soledad podemos reevaluar, restructurar y replantear. En la soledad podemos tomar seguridad, adquirir confianza y emprender con tenacidad. Entonces, la soledad puede ser una gran bendición. Por ahí dicen que los inteligentes disfrutan la soledad y los demás la llenan de cualquier cosa. 

¿Qué tal si nosotros llenamos nuestra soledad con la Palabra de Dios? ¿Qué tal si experimentamos la compañía de Dios? ¿Qué tal si nos aferramos a cada una de Sus promesas? Sólo así sabremos que espiritualmente nunca estamos solos, porque siempre hay un propósito cuando Dios esta con nosotros.    La Biblia dice en Isaías 43:19b, “Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad(RV1960) 

La Tempestad

La vida esta llena de muchas tempestades. Algunas son muy fuertes y otras sólo nos suelen recordar que después de cada una de ellas llega la calma. Sin embargo, las tormentas nos enseñan muchas cosas. Por ejemplo, se dice que el talento se educa en la calma, pero que el carácter se forja en la tempestad. Todo lo grande queda después de la tempestad, como las raíces de los árboles que suelen crecer más después de cada tempestad. 

¿Te ha pasado así en tu vida? Al pasar de las tormentas nos damos cuenta que aunque hemos sido azotados y sorprendidos por muchas de ellas, también hemos aprendido en medio de ellas. A veces nos hemos dado cuenta que no debemos esperar a que las tormentas pasen, sino aprender a disfrutar en medio de ellas. Es más, nos damos cuenta que no hay tempestad que dure para toda la eternidad. Todas y cada una de ellas tiene su tiempo de duración. 
De modo que cuando pasemos por alguna tormenta debemos recordar que el camino que tenemos por delante aunque se vea nublado, será claro una vez y dejes el que dejas atrás. Finalmente recuerda que como dicen: “Después de cada tormenta, llega la calma”. La Biblia dice en Santiago 1:2-3, 2 Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (RV1960) 

Un poco de paciencia

Una vez escuché la frase que dice: “Alguien que es maestro de la paciencia es maestro de todo lo demás”. Creo firmemente que el que no tiene paciencia ante pequeñas dificultades, fracasa ante grandes problemas, porque la paciencia no es sólo la capacidad de esperar, sino cómo nos comportamos mientras esperamos. 

La esperanza va unida a la paciencia. Tanto la una como la otra sirven como remedios seguros y suaves que nos ayudan a descansar mientras dura la adversidad. La paciencia se construye, se alimenta y se practica a diario. No nos volveremos pacientes de la noche a la mañana. Aunque algunos piensan que la paciencia no es actuar para nada y esperar, al contrario, la paciencia es también una forma de actuar. La paciencia es en sí una acción más valorada que el activismo infructífero y desesperado que nos lleva a tomar malas decisiones. 
De modo que decidamos practicar la paciencia, aprender en la espera y actuar con sabiduría. Dios trabaja en nosotros al construir nuestra paciencia.  La Biblia dice en Proverbios 14:29,El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez” (NTV) 

Convicciones

¿Eres una persona de convicciones firmes o eres fácilmente convencido y fluctuante en tu manera de vivir? Una persona con convicciones firmes se siente segura de que sus creencias son correctas. Por otro lado, a menudo lo que la gente cree, se basa en sus condiciones o situaciones personales. Entonces, cuando las circunstancias cambian, sus convicciones también lo hacen. No es raro encontrar a personas que cambian de parecer cuando sus asuntos requieren de una resolución firme y no cambiante. 

Un ejemplo de convicción en la Biblia es José. A pesar de muchos años de trato injusto, José no vaciló en su compromiso con Dios. Daniel fue otro hombre justo quien se ganó la confianza de los reyes un una tierra idólatra al mantenerse firme a sus creencias. Como consecuencia, aún los reyes paganos reconocieron al Señor de Daniel como el único Dios verdadero. Así como estos dos hombres, hay muchos hombres y mujeres que en la historia bíblica no titubearon en sus convicciones y en su compromiso con Dios. 

¿Qué nos hace fuertes en nuestras convicciones? Simplemente la confianza en Dios y en Su Palabra. Aunque los vientos pueden hacernos caer y aunque surjan múltiples dudas o argumentos persuasivos de parte de otras personas, la confianza en Dios es clave para una vida en victoria y en plenitud. Así que, vivamos por convicciones y no por nuestras propias condiciones. La Biblia dice en Romanos 14:22b, “Benditos son los que no se sienten culpables por hacer algo que han decidido que es correcto” (NTV) 

En tiempos difíciles

Si hay algo seguro en esta vida es el tener que enfrentar muchas dificultades. Los tiempos difíciles son inevitables en esta vida. Estos pueden ser algún tipo de padecimiento, alguna pérdida de un ser querido o incluso el ser acusados injustamente o maltratados. La gama de sufrimientos humanos es amplia, pero Dios es un refugio para quienes confían en Él. 

Nuestro impulso natural es responder con temor, pero Dios desea que confiemos en Él en medio de los problemas. Él desea que renunciemos a lo que consideremos incorrecto sometiéndonos a Su plan. A menudo nos sentimos desconcertados durante las pruebas, pero tener el enfoque eterno nos saca de la desesperación. La clave para lidiar con las dificultades es confiar en Aquel que tiene el control de todo. A menos que nuestro enfoque permanezca firme en Cristo, las circunstancias nos abrumarán.   
¿Cómo reaccionas ante los tiempos difíciles? Considéralos como una escuela de aprendizaje para depender de Dios, recibe Sus ricas y abundantes bendiciones aún en medio de las pruebas y espera con fe en Su intervención divina. Él nos fortalece y nos da la victoria en tiempos de suprema necesidad. La Biblia dice en el Salmo 40:1,Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor” (NTV)

Tocando Fondo

Todos hemos tocado fondo de una u otra manera. Esto se refiere a fallar, caer y tener que levantarnos nuevamente. Tocar fondo se refiere a estar abajo con la única opción de mirar hacia arriba para poder levantarnos. Al estar abajo la desesperación es una condición horrible porque se alimenta continuamente del desánimo, de la desesperanza y del fracaso. Cuando más estamos caídos, más crece la desesperación. La única salida cuando se toca fondo es querer levantarse. 
Para levantarnos es importante arrepentirnos de cualquier cosa que nos haya hecho caer o dudar para seguir de pie. Debemos pedir perdón a Dios y cambiar de dirección. Además, debemos recordar la omnipotencia de Dios. Es decir, Su supremo poder para ayudarnos en cualquier circunstancia de la vida. Jesús venció la muerte y el pecado y por lo tal, tiene la capacidad de vencer tu desesperación. Cuando hemos tocado fondo, debemos recordar que nada en la vida sucede por casualidad. Dios permite aún nuestros errores más profundos para transformarlos y para darnos una nueva oportunidad. Él puede hacer que todo trabaje para bien en nuestras vidas. De modo que si te sientes abajo y tocando fondo, mira hacia arriba, Dios te levantará con Su mano y transformará tu situación para Su gloria. La Biblia dice en Proverbios 24:16, “ Los justos podrán tropezar siete veces, pero volverán a levantarse” (NTV)   

La Negatividad

Vivimos en un mundo donde reinan las malas noticias. Es fácil envolvernos en un mundo negativo y ser partidarios y propulsores de la negatividad. No obstante, la negatividad nos afecta tanto en lo físico como en lo emocional y espiritual. Por otro lado, la positividad, en especial, la relacionada con la confianza en Dios, nos permite vivir como nuestro Padre celestial desea. 

Este mundo esta lleno de desconfianza, temor e incertidumbre. Los mensajes negativos tienden a apartar nuestra mirada de Cristo. Sin embargo, como hijos de Dios tenemos todas las razones para confiar en Él. Su presencia siempre está con nosotros y nos ha concedido de Su paz que sobrepasa todo entendimiento. Además, Dios promete proveer para todas nuestras necesidades y capacitarnos para obedecerlo y servirle. A medida que crecemos en nuestro entendimiento del Señor y Sus promesas, nuestra fe se fortalece y nuestra confianza en Él aumenta.   
De modo que, enfrentemos cada día con fe, enfocados en la verdad y poniendo nuestra confianza en Cristo. Apartémonos de las personas supremamente negativas y nutrámonos de la Palabra de Dios. Sólo así, nuestras dudas se disiparán y nuestras ansiedades cesarán. La Biblia dice en Jeremías 17:7,Pero benditos son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y confianza” (NTV)   

Viejas Costumbres

Todos hemos heredado o aprendido ciertas costumbres. Algunos hemos mantenido ciertas costumbres sin saber porqué las hemos guardado como tal. Son costumbres viejas. Unas de ellas son buenas, pero otras no lo son. Si una costumbre nos invita a salir adelante o incita al aprendizaje, es una buena costumbre. Esto puede ser el leer durante el día, el meditar, el reflexionar, el escribir, etc. Sin embargo, hay otras costumbres que pueden ser nocivas como comer comida chatarra muy tarde en la noche, el no descansar ni dormir lo suficiente, etc. Todos mantenemos tanto buenas como malas costumbres. 

En la vida cristiana las malas costumbres son el ponerse la ropa vieja en la carne y vivir practicando el pecado. Muchos cristianos viven descontentos porque están usando las ropas viejas de su pasado. Estas ropas pueden ser traumas o sentimientos de la infancia, dichos inapropiados o el aferrarse a comportamientos de su vida antigua. La solución es ponerse la ropa nueva que Cristo nos da. Debemos dejar a un lado las viejas costumbres y los malos hábitos, de la misma manera que lo haríamos con la ropa sucia diariamente. No debemos hacer ni pensar en lo que hacíamos antes. En cambio, debemos ejercitar nuestros pensamientos y ponernos las vestiduras nuevas que Dios nos ha entregado. La verdadera satisfacción vendrá cuando dejemos lo viejo y nos pongamos lo nuevo. 
La Biblia dice en Romanos 13:12,12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz” (RV1960)   

Fuego

Cuando estamos pequeños, nuestros padres nos dicen: “No te acerques al fuego porque te quemas”. Sin embargo, como niños curiosos, muchos de nosotros queríamos saber si el fuego realmente quemaba o qué significaba el quemarse. Así que recuerdo haber metido mi dedito chico en una vela y sentir el quemazón de primera mano cuando estaba muy pequeño. 

El fuego tiene dos características principales. Puede consumir o quemar todo, y por otro lado, puede servir como un agente purificador. Todos hemos visto incendios que lo han devastado todo, pero también hemos visto oro refinado o piedras preciosas que pasadas por el fuego, han sido plenamente purificadas. En la Biblia el fuego usualmente consumía el holocausto del sacrificio para el perdón de pecados, pero también se habla del fuego como un agente purificador. De hecho, dice que el Espíritu Santo actúa como fuego purificador. Por otro lado, dice que los que no sigan a Cristo resultarán quemados en un lago de fuego eternamente. Qué realidad tan triste, ¿verdad?
De modo que para nosotros los creyentes, el fuego debe ser un agente purificador. Pidámosle a Dios que Su Espíritu nos lleve al arrepentimiento de nuestros pecados y a vivir una vida en plenitud. En otras palabras, no dejemos apagar el fuego de Dios en nosotros. La Biblia dice en Hebreos 12:29, “porque nuestro Dios es un fuego que todo lo consume” (NTV)   

Ya No Más

Ya no más. Ya no puedo más. No puedo seguir adelante. Ya quiero desistir. No puedo continuar o deseo tirar la toalla. ¿Te relacionas con estas palabras? Muchos hemos dicho estas palabras en ciertas etapas de nuestra vida. Parece que muchas veces hay decepción, angustia y tristeza porque no se logra algo que se ha propuesto y en el momento esperado.

A veces las ganas de desistir brotan porque se ha perdido el sentido de propósito y la pasión para seguir adelante. Sin embargo, cuando nosotros decimos ya no más, es donde Dios puede levantarnos y decir que aún hay más. Aún hay más batallas por conquistar, sueños por completar, proyectos por realizar y situaciones por resolver. Aún hay tiempo para progresar, para perdonar, para emprender y para restaurar. Aún hay tiempo para construir lo que se ha destruido y para rectificar o modificar lo que no ha quedado bien.

Cada día es una nueva oportunidad. La misma creación se renueva y nos muestra que aún hay mucho para hacer. Así que cuando te llegue el sentimiento de ya no querer seguir, confía en Dios. Él te levanta, te da las fuerzas cuando ya no tienes más y te da la sabiduría para comenzar o emprender de nuevo. La Biblia dice en Lamentaciones 3:23, “ Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana” (NTV)