“Es que yo no puedo perdonar”, esa es la premisa de muchas personas a las cuales se les dificulta otorgar perdón. Es mucho más fácil para el ser humano el recibir perdón que el otorgar el perdón. Una acción es una dádiva y la otra es una entrega. El entregar algo de nosotros se nos hace sumamente complicado ya que tiene que ver con nuestro ego, con el “yo”. En otras palabras, el no otorgar perdón proviene del orgullo albergado en nuestro corazón.
Entonces, ¿cómo lograr otorgar el perdón? Primero, reconoce que este mundo está lleno de imperfecciones y tendrás que otorgar y recibir perdón hasta el día que te mueras. Segundo, trabaja en tu orgullo. Preguntas como qué me impide perdonar y por qué no logro hacerlo ayudan en este proceso. Tercero, otorgar perdón es una decisión. Nadie lo puede hacer por ti, ni nadie puede obligarte en hacerlo. Es algo que ofreces de lo más profundo de tu ser. Cuarto, acuérdate de las tantas veces que te han otorgado perdón para que tomes perspectiva y no seas orgulloso. En último lugar, pídele a Dios que te ayude a perdonar así como Él te ha perdonado en numerosas ocasiones.
Aunque el otorgar perdón sea una acción difícil, recuerda que el que no logra perdonar, no logra vivir en libertad. La Biblia dice en Efesios 4:32, “…Sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo ” (NTV).