Final

Por ahí dicen que: “Quien compite con los demás es ganador, pero quien compite consigo mismo es poderoso”. Al final de la carrera, ¿qué importa más: llegar primero o solo llegar? Algunos celebran con solo llegar y otros solo con ganar. La vida es una carrera maratónica con altibajos. Lo más importante es saber que estamos corriendo y queramos o no, estamos avanzando hacia la meta. Las preguntas que surgen son: ¿cómo la estamos corriendo? ¿estamos mirando constantemente hacia atrás o nos estamos enfocando hacia delante? ¿estamos llevando algún peso innecesario o estamos corriendo libremente y de la mejor manera posible?

En esta carrera de la vida, aquel que no es suficientemente valiente como para tomar riesgos, no logrará nada. Todo aquel que ha corrido físicamente sabe que su valor más importante es eliminar las tensiones y permitir liberarse de cualquier otra cosa preocupante que pueda traer el día. Entonces, ¿por qué no corremos de esa manera, dejando atrás el pasado y las preocupaciones? El no mirar atrás es característica sobresaliente del corredor exitoso. Como dijo T. S Eliot: “Solo aquellos que se arriesgan a ir demasiado lejos, pueden descubrir lo lejos que pueden llegar”.

La Biblia dice en 1 Corintios 9: 25-26, “Todos los atletas se entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno. Por eso yo corro cada paso con propósito. No solo doy golpes al aire”, (NTV).

El Dolor

“El dolor no es una herramienta de destrucción, es una herramienta de construcción”. El dolor cumple lo que promete ya que todo hombre se parece a su dolor. En otras palabras, si dejamos que el dolor nos dicte cómo vivimos nuestras vidas, entonces viviremos fracasados, frustrados y desanimados. El dolor siempre busca la causa de las cosas, mientras que las convicciones y principios se encargan de proveernos recursos para no volver nuestra mirada atrás.

¿Cómo manejas tus dolores? ¿Dejas que estos te destruyan o te construyan? Dios usa el dolor para construirnos, para darnos perspectiva, para fortalecernos, para enseñarnos, para corregirnos, para instruirnos y para hacernos dependientes en Él en nuestro caminar de la fe. El dolor nos recuerda que somos humanos, que somos imperfectos, que no podemos solos y que constantemente necesitamos ser sanados, sustentados y animados.

¡Entrégale tus dolores a Jesús! Él transforma tu dolor que parece ser destrucción, en una herramienta de construcción.

La Biblia dice en Salmos 34:17-18, “El Señor oye a los suyos cuando claman a él por ayuda; los rescata de todas sus dificultades.18 El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado”, (NIV).

Agárrale el Ritmo

Cuando era niño mis padres me llevaron al Conservatorio Musical en mi ciudad natal, Ibagué -Colombia. Allí incursioné en el mundo de la música desde muy temprana edad. Solo al entrar, escuchaba el sonido de los múltiples instrumentos que solían tocar los estudiantes en los pasillos y literalmente donde se pudieran acomodar. Unas veces sonaba una melodía muy acogedora, pero en otras ocasiones, parecía ser un estruendoso ruido.

Recuerdo en particular un día cuando un profesor frustrado le gritaba a su estudiante: “Agárrale el ritmo”. Sus expresiones de frustración eran evidentes. Parecía que este muchacho no podía agarrarle el ritmo a la pieza musical que estaba practicando. Yo me puse a pensar: “Si no logra agarrar el ritmo ahora, creo que será difícil que sea un buen músico porque parte de la esencia musical es poder agarrar el ritmo”. Pero ¿qué nos pasa cuando no le agarramos el ritmo a la vida? ¿Hay alguien que nos grite en voz alta que lo agarremos o solemos ignorarlo?

Desafortunadamente cuando no le agarramos el ritmo a la vida seguimos como si lo tuviéramos. Entonces, detente a pensar si todo lo que haces tiene sentido, si es relevante, si va de acuerdo a tu propósito y si va en línea con tus convicciones. ¡Agarra el ritmo! No te quedes atrás.

La Biblia dice en 1 Juan 2:17, “El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”, (NVI).

La Evaluación

“Tenemos una evaluación sorpresa”, nos dijo la profesora Betty cuando estaba en quinto de primaria. Todos mis compañeros estaban espeluznados como si se les hubiera aparecido un fantasma. Por otro lado, yo me sentía preparado en el tema. Tomé el lápiz y estaba listo para recibir la primer pregunta. Sin embargo, ese sentimiento fue cambiando con el tiempo. Ya no me gustaban tanto las evaluaciones, sobre todo, las que eran sorpresa.

Según Pedro Ahumada Acevedo: “La evaluación es el proceso de delinear, obtener, procesar y proveer información válida, confiable y oportuna que nos permita juzgar el mérito o valía de programas, procedimientos y productos con el fin de tomar decisiones”. Parece ser una definición medio compleja pero es muy profunda ya que tiene que ver con la toma de decisiones. La evaluación es un concepción de aprendizaje significativo.

¿Por qué razón es necesario evaluarnos? Porque la evaluación es una acción de la vida cotidiana del ser humano que está presente en todas nuestras actividades y se hace necesaria en las áreas de más relevancia de nuestra vida. Queramos o no, estamos evaluándonos y evaluando a otros. Sin embargo, no nos gusta ser evaluados.

La Biblia dice en Salmos 139: 23-24, “23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan.24 Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna”, (NTV).

La Vida Es Demasiado Corta

Una vez leí la siguiente frase y tomé nota de la misma: “La vida es demasiado corta para estar triste, para estar enojado, para tener rencor, para mirar atrás, para estar deprimido y para ser cruel”. El Señor Jesús es el ejemplo supremo de que aunque la vida puede ser muy corta, también puede tener mucha relevancia, significado y trascendencia. Como dicen por ahí: “No importan los años que tengamos, sino la vida que le pongamos a los años”.

¿Qué relevancia tiene tu vida? ¿de qué manera estás cumpliendo con el propósito por el cuál fuiste diseñado(a)? ¿estás viviendo con un sentido de significado o solo sobrellevando tu vida día tras día? Toma un momento para meditar en esto porque nadie lo va a hacer por ti.

Te comparto unos principios prácticos: 1. Busca a tu creador. 2. Recibe y acepta el diseño de Él para tu vida. 3. Toma autoridad para planear, ejecutar y permanecer. 4. Reestructura y cambia cuando sea necesario. 5. No vayas solo por la vida. 6. Invita otros contigo. 7. Disfruta cada momento dado por Dios. Por último, depende de Dios en cada paso que des. Te aseguro que aunque tu vida sea breve, será colmada de mucha relevancia y significado.

La Biblia dice en Salmos 121:7-8, “El Señor te libra de todo mal y cuida tu vida. El Señor te protege al entrar y al salir, ahora y para siempre” (NTV).

Sin Distracción

Fechas límite, presión, ansiedad y afán, ¿son estas algunas características en tu vida?, ¿estás inmerso(a) en una olla a presión que parece nunca detenerse? Las distracciones son parte del día a día, pero la presión urgente de las cosas que tenemos que hacer nos distrae de lo más importante. Dejamos de hacer lo prioritario por lo que dice ser urgente y lo esencial por lo primordial.

Las escuelas están llenas de niños y niñas que padecen de déficit de atención. Los adultos batallan para vivir una vida sin distracciones. Sin embargo, los afanes, las situaciones desafiantes e inciertas, las relaciones frustrantes, los problemas innumerables, las cuentas interminables, las cargas emocionales y las tragedias constantes se confabulan para robarnos la paz y distraernos de nuestro propósito.

Es imposible vivir sin distracciones, pero es posible manejarlas y, en algunos casos, hacer que trabajen a nuestro favor. Enfócate en los objetivos que te has propuesto, sé persistente, aprende de tus distracciones y regresa al camino de la Palabra de Dios, de la dependencia del Espíritu Santo y del poder en Cristo Jesús. Así podrás vivir en un mundo de distracciones, sin ser distraído.

La Biblia dice en Hebreos 12:2a, “Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe…” (NTV).

Nació

“No tengan miedo”. Este solía ser el anuncio recurrente del ángel que se aparecía en la Biblia en el Antiguo Testamento antes de la llegada de Jesús. El mensaje enviado por Dios a través de los profetas para Su pueblo fue el mismo: “No tengan miedo”. Cuando Él vino, también profirió las mismas palabras una y otra vez: “No tengan miedo”. De hecho, la Biblia contiene esta frase 365 veces. Yo no creo que esta sea una coincidencia, debe ser una Diosidencia, ¿verdad? Esto nos recuerda que todos los días debemos apropiarnos de esta verdad bíblica: “Dios está con nosotros”. Por lo tanto, “no tendremos temor”.

Cuando Jesús nació, se acabó el temor, la confusión y la oscuridad. Él vino a traer vida en abundancia y significado donde no lo había. Él vino a pagar por la cuenta que no se podía pagar y a darnos esperanza en un mundo desesperanzado. En otras palabras, nació el verdadero amor, el gozo permanente, la esperanza eterna, la fortaleza inconmovible, la paz verdadera y la confianza eterna.

La navidad es la esperanza viva, es la oportunidad latente, es el milagro existente y es el galardón permanente. ¿Ha nacido Jesús en tu corazón?

La Biblia dice en Isaías 9:6, “…y será llamado: Consejero Maravilloso, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (NVI).

El Rey y Su Reino

¿Quién es un rey y cuál es su reino? Un rey es aquel que ejerce dominio sobre un territorio o un grupo de personas. Es aquella figura pública que gobierna y protege a los que están bajo su soberanía. Es quien lucha por el bienestar común y por la justicia en el pueblo al cual sirve y representa. En la Biblia la promesa del “Rey y Su reino” es muy notoria. Desde el comienzo, en el libro de Génesis, se promete que Dios enviaría a un Rey. Él no reinaría temporalmente en los tronos de palacios hechos por hombres, sino que reinaría en todo aquel que le recibiese en el trono de su corazón.

Este Rey trascendería a toda lengua, raza, cultura y línea de tiempo. Este Rey tendría un trono de justicia y equidad. Este Rey restauraría lo que ningún otro rey habría podido restaurar, brindando esperanza, gozo, paz y amor. Este Rey sería adorado de generación en generación y sempiternamente. Este Rey haría todo de nuevo, derrocando el poder del pecado y de la muerte, al formar una familia que reinará con Él por la eternidad. ¡Ese Rey es Jesús! ¿Es Jesús el Rey de tu corazón?

La Biblia dice en Génesis 49:10, “El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de mando de sus descendientes, hasta que venga aquel a quien le pertenece, aquel a quien todas las naciones honrarán” (NTV).

Emanuel

El profeta Isaías predijo que una virgen daría a luz un hijo y que se llamaría Emanuel, que significa: “Dios con nosotros”. Esto se hizo realidad cuando ella dio a luz a Jesús. Jesús es “Emanuel”. Si bien no tenemos constancia de que alguna vez se haya llamado así, Él es Dios quien descendió para estar con nosotros. Filipenses 2: 7b nos dice que Él “adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano” (NTV).

A pesar de que Él abandonó el reino físico al ascender al cielo después de la resurrección, todavía está con nosotros a través del Espíritu Santo. Antes de que Jesús viniera, solo teníamos la ley y los profetas. Todo era impersonal. Pero con la obra expiatoria de Cristo en la cruz, nos reunimos con Dios Padre. Ya no necesitamos sacrificios humanos, Jesús fue el sacrifico máximo. Ahora tenemos libre acceso al Padre a través de Jesús y poder en el Espíritu Santo.

Al realizar tus actividades en esta temporada navideña recuerda que Dios está contigo. Él se complace en ti y desea que crezcas en tu relación con Él. Dale gracias a Él de que no estás solo. Realmente hemos recibido el mejor regalo de navidad: “Emanuel”. La Biblia dice en Isaías 7:14, “14 Muy bien, el Señor mismo les dará la señal. ¡Miren! ¡La virgen concebirá un niño! Dará a luz un hijo y lo llamarán Emanuel (que significa: “Dios está con nosotros”)” (NTV).

Apégate a Dios

Piensa en tres cosas que sean siempre dependientes y que nunca cambien. Puede que tu lista incluya cosas como el amanecer y el atardecer, la ley de la gravedad, el universo o los puntos cardinales. Probablemente tu lista sea totalmente diferente. Sin embargo, al transcurrir nuestra vida entendemos que necesitamos algo sólido que nos sostenga, un compás que guíe nuestro camino y que nos mantenga en la brecha. El problema es que la mayor parte de las cosas que escogemos no nos pueden proveer la guía o la estabilidad que necesitamos o anhelamos. Déjame hacerte una pregunta, ¿tu lista incluye a Dios?

Moisés le declaró al pueblo de Israel la necesidad de apegarse a Dios, el único que nunca cambia. Después de la muerte de Moisés, Dios le prometió a Josué que siempre estaría con él, que no lo dejaría ni lo desampararía. Jesús compartió el mismo mensaje con Sus discípulos cuando les dijo: “No los abandonaré como a huérfanos; vendré a ustedes” (Juan 14:18–NTV).

Dios nunca te dejará. Nada te podrá separar del amor de Cristo. Estas dos verdades incambiables y veraces te ayudarán a mantenerte firme y en la brecha de tu vida. Así que, apégate a Dios, Él siempre se apega a ti. La Biblia dice en Deuteronomio 13:4, “Sirve únicamente al Señor tu Dios y teme solamente a él. Obedece sus mandatos, escucha su voz y aférrate a él” (NTV).