Un Poco de Paciencia

Una vez escuché la frase que dice: “Alguien que es maestro de la paciencia es maestro de todo lo demás”. Creo firmemente que el que no tiene paciencia ante pequeñas dificultades, fracasa ante grandes problemas, porque la paciencia no es sólo la capacidad de esperar, sino cómo nos comportamos mientras esperamos. 

La esperanza va unida a la paciencia. Tanto la una como la otra sirven como remedios seguros y suaves que nos ayudan a descansar mientras dura la adversidad. La paciencia se construye, se alimenta y se practica a diario. No nos volveremos pacientes de la noche a la mañana. Aunque algunos piensan que la paciencia no es actuar para nada y esperar, al contrario, la paciencia es también una forma de actuar. La paciencia es en sí una acción más valorada que el activismo infructífero y desesperado que nos lleva a tomar malas decisiones. 


De modo que decidamos practicar la paciencia, aprender en la espera y actuar con sabiduría. Dios trabaja en nosotros al construir nuestra paciencia.  La Biblia dice en Proverbios 14:29,El que es paciente muestra gran discernimiento; el que es agresivo muestra mucha insensatez” (NTV) 

Sin Dirección

¿Cuántas veces has tratado de llegar a un lugar específico sin la dirección a la mano? Para algunos quienes poseen una memoria fotográfica esto es algo muy fácil, para otros a quienes el sentido de ubicación no es su fuerte, les es supremamente difícil llegar a un lugar sin la dirección exacta.

De la misma manera podemos vivir nuestras vidas. Podemos tratar de saber para dónde vamos, pero si no sabemos el destino final, podemos dar muchas vueltas, perdernos con facilidad y perder el propósito por el cual hemos emprendido la carrera. A eso le llamamos una vida con o sin propósito. Cuando sabemos nuestro propósito de vida no dejamos que las cosas nos distraigan, que los obstáculos nos desvíen y no queremos tomar atajos para llegar más rápidamente.

Al saber el propósito por el cual hemos sido diseñados, todo nuestro enfoque, nuestra perspectiva y nuestro esfuerzo están canalizados para llegar a su destino final. Para los creyentes es conocer de Jesús y de la vida eterna lo cual nos da un destino final y una plenitud de vida. Y tú, ¿sabes cuál es tu destino? Si no tienes propósito, dirección y rumbo en tu vida, Dios te lo puede dar. La Biblia dice en Efesios 2:10, “Pues somos la obra maestra de Dios. Él nos creó de nuevo en Cristo Jesús, a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás” (NTV)

Dios es Tu Protector

Un día encontré esta poderosa cita: “Nadie derrumba a quien Dios levanta. Nadie derrota a quien Dios protege. Nadie maldice a quien Dios bendice”. Es un recordatorio reconfortante de que Dios es nuestra máxima protección.

Para ilustrar esto, reflexionemos sobre las ovejas y su pastor. Las ovejas, por naturaleza, son criaturas vulnerables, pero el pastor utiliza sus herramientas para cuidarlas y protegerlas. Con una vara, las defiende de peligros, mientras que con un cayado las guía y rescata cuando se pierden. De manera similar, nosotros somos como ovejas extraviadas, y Jesús vino a ser nuestro buen Pastor. Al igual que el pastor utiliza estas herramientas físicas para dirección y protección, Dios desea hacer lo mismo por nosotros.
Dios nos protege de diversas maneras. Primero, cuando llevamos nuestras heridas ante Él, Su compasión nos reconforta, sabiendo que somos vulnerables sin Su cuidado (Mateo 9:36). Segundo, al seguirlo, nos guía por el camino correcto como nuestro Pastor, liderándonos hacia la vida plena (Juan 10:4). Tercero, si nos perdemos o nos alejamos, Jesús, como el buen Pastor, nos busca incansablemente hasta encontrarnos, mostrando Su amor y dedicación (Mateo 18:12). Cuarto, cuando fallamos o caemos, Él nos rescata y nos ayuda a levantarnos, iniciando así nuestro camino hacia la recuperación (Mateo 12:11-12). Finalmente, al confiar en Él para nuestra salvación, podemos estar seguros de que Su promesa se cumplirá. La Biblia dice en Juan 10:11, »Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida en sacrificio por las ovejas” (NTV).  

Se Trata De La Actitud

En cierta ocasión escuché una frase que me hizo reflexionar profundamente: “El diez por ciento de nuestra vida está determinado por lo que nos sucede, mientras que el noventa por ciento restante depende de cómo respondemos a esas situaciones”. Esta idea nos recuerda que nuestras circunstancias no dictan completamente nuestra vida; es nuestra actitud hacia ellas lo que realmente importa. Como suele decirse, “la actitud lo dice todo”.

Si logramos cambiar nuestra actitud, podemos influir en gran medida en nuestras emociones, pensamientos y acciones. Winston Churchill expresó: “La actitud es una pequeña cosa que hace una gran diferencia”. Una actitud positiva puede no resolver todos nuestros problemas, pero sin duda hará que valga la pena el esfuerzo al molestar a las personas adecuadas.
Se dice que la felicidad de una persona no está determinada por un conjunto específico de circunstancias, una fórmula mágica, la preparación o unas condiciones perfectas. La verdadera felicidad está ligada a las actitudes que aplicamos diariamente en cada etapa y situación de la vida. Debemos recordar que las actitudes son contagiosas. Así que, ¿vale la pena contagiar a otros con la tuya? La Biblia dice en Filipenses 2:5 “Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús” (NTV).

Dios es mi defensa

Enfrentar ataques requiere una gran dosis de fe y humildad para descansar y confiar en Dios. Cuando te encuentras bajo asedio, siendo malinterpretado o víctima de rumores, es natural sentir el impulso de actuar. Sin embargo, en esos momentos, confiar en Dios como tu defensor es fundamental.

El rey David comprendió bien lo que significaba ser un blanco de ataques. Desde una edad temprana, fue ungido por el profeta Samuel como futuro rey de Israel, mientras Saúl aún reinaba. A pesar de su leal servicio, Saúl, lleno de celos, intentó matarlo. David se vio obligado a esconderse en cuevas mientras su reputación era mancillada en todo el reino. Sin embargo, nunca buscó venganza ni se quejó ante Dios. En cambio, reconoció: “Preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos” (Salmo 23:5). ¿Sonaba estresado David? ¡No! No tuvo que gastar energías en su defensa porque confiaba en Dios como su protector.
Dios no solo desea defenderte, sino también compartir contigo. Mientras luchamos, Él nos invita a una mesa festiva. Es un banquete en medio del conflicto, donde Él, nuestro Padre, amigo y defensor, nos espera. La Biblia dice en Cantares 2:4, Él me escolta hasta la sala de banquetes; es evidente lo mucho que me ama” (NTV).

La Conciencia Como Tu Guía

¿Has escuchado alguna vez la frase “solo deja que tu conciencia te guíe”? Si bien es cierto que Dios nos ha dado la conciencia como una herramienta para orientarnos, esta no es infalible. Nuestra conciencia puede equivocarse. Cada emoción, ya sea positiva o negativa, es temporal. Por ejemplo, podrías sentir una gran emoción al visitar Disneyland, pero esa sensación no durará para siempre. Podrías experimentar una alegría intensa al ganar un juego, pero también esa emoción pasará. Incluso en los momentos de gran felicidad al casarte, eventualmente te enfrentarás a los desafíos propios de la vida matrimonial. Lo mismo ocurre con las emociones de desánimo, enojo, euforia, felicidad o tristeza. Las emociones son efímeras.

Tienes dos opciones: puedes permitir que las emociones te guíen o te confundan, o puedes dejarte guiar por la Palabra de Dios. La primera opción te decepcionará, mientras que la segunda siempre te conducirá hacia la vida plena. Para ayudarte en este camino, reflexiona sobre las siguientes preguntas: ¿Has experimentado alguna vez que tus emociones te han llevado por un mal camino? ¿Cuándo te has dado cuenta de que tu conciencia te ha desviado del verdadero camino? ¿Sabes diferenciar entre la voz de tu conciencia y la voz de Dios? ¿Cómo puedes nutrir tu conciencia con la Palabra de Dios? Responder a estas preguntas te ayudará a ser guiado por la voz de Dios, a fortalecer tu conciencia y a seguir los principios bíblicos que nunca fallan.
La Biblia dice en Proverbios 14:12, “Delante de cada persona hay un camino que parece correcto,
pero termina en muerte” (NTV).

Marineros Espirituales

Leyendo un artículo en un magazine, tomé nota de la siguiente frase: “Cualquiera navega en aguas tranquilas, pero los mejores marineros aprendieron en medio de las tormentas más difíciles”. Edward Gibbon, experto en marineros, dijo: “Los vientos y las olas siempre están al lado de los navegantes más expertos”. En otras palabras, las tormentas más fuertes son el aula de clases de los marineros más prominentes.

Nosotros somos los marineros en el océano llamado vida. Las tormentas torrenciales con sus fuertes vientos y sus violentas aguas son inevitables. En vez de esperar una vida sin dichas tormentas, debemos hacer de las tormentas una sala de enseñanzas para aprender a cómo navegar y sobrepasar cada una de ellas. Las grandes olas, no podrán hacernos bajar ni hundir en la barca de nuestra vida. De modo que cuando vengan los vientos y las olas más fuertes, debemos aprender que lo único que podemos hacer cuando llueve, es dejar que pase, protegernos y esperar que todo se calme. Todas las tormentas tienen una característica fundamental: “Todas, sin excepción, terminarán”. No hay tormentas eternas, pero sí se pueden aprender lecciones de tenacidad, perseverancia, dependencia y diligencia en cada una de ellas.

Dios es tu refugio en medio de la tormenta, ¿deseas refugiarte como un buen marinero en Él? La Biblia dice en Isaías 32:2,“Cada uno será como un refugio contra el viento, como un resguardo contra la tormenta; como arroyos de agua en tierra seca, como la sombra de un peñasco en el desierto” (NVI).

Apegándonos Al Dolor

Una vez escuché una frase que me hizo reflexionar: “Aferrarse al dolor es como chocar con un cactus por accidente y terminar abrazándolo porque te gusta cómo se siente”. Es irónico, ¿verdad? El dolor es una parte inevitable y, en cierto sentido, necesaria de la experiencia humana. Sin él, no podríamos comprender plenamente la felicidad y la plenitud. El dolor actúa como un antídoto y un maestro para el alma. Solo aquellos que han experimentado el dolor pueden llegar a madurar y crecer a través de él. Es importante distinguir entre el dolor y el sufrimiento. Mientras que el sufrimiento surge de la resistencia a lo que nos sucede, el dolor surge de las pérdidas, los duelos y el amor.

Como dice el proverbio, “Si no permites que el dolor se convierta en tu verdugo, puede ser un gran maestro”. Reflexiona sobre cómo el dolor ha sido tu maestro personal. ¿Qué lecciones importantes has aprendido? ¿Cómo podrías evitarlo en el futuro? Si has infligido dolor a otros, ¿cómo podrías reparar el daño que has causado? ¿Y de qué manera podrías transformar tu propio dolor en algo beneficioso para los demás?Recuerda que, si no puedes cambiar la situación que te causa dolor, siempre tienes el poder de elegir tu actitud frente a ella. Que Dios te conceda sabiduría y entendimiento en este proceso. La Biblia dice en el Salmo 32:10, “Muchos son los dolores de los malvados, pero el amor inagotable rodea a los que confían en el Señor”, (NTV).

No Retener Para Recibir

No te aferres a lo que se va, para que puedas recibir lo que está por llegar. Un maestro de secundaria solía decirme: “Dejar ir es más poderoso que retener, porque soltar es potencial y retener es limitar”. Esta sabiduría no se aplica únicamente a las personas, sino también a las situaciones. Con frecuencia, nos resulta difícil liberarnos de nuestros sentimientos, emociones, situaciones e incluso relaciones. Como dijo un proverbista sabio: “No puedes perder lo que nunca fue tuyo, ni retener a quien no quiere quedarse. Sé valiente y aprende a decir adiós”. En cierto sentido, creo que dar no nos empobrece, ni retener nos enriquece.

Dios le pidió al pueblo de Israel que recordara, pero también que dejara atrás su pasado. Por ejemplo, cuando salieron del cautiverio en Egipto y mientras deambulaban por el desierto, algunos anhelaban volver a su esclavitud. Se resistían a dejar ir el pasado, por más destructivo que fuera. A menudo, nos encontramos en situaciones similares.

La vida es un constante proceso de soltar. Solo vaciando nuestras manos podemos recibir algo nuevo. Así que deja ir para poder recibir. Recordemos la lección que aprendió el pueblo de Israel: “A veces, aferrarse hace más daño que soltarse”. Confía en que Dios tiene bendiciones reservadas para ti. La Biblia dice en Deuteronomio 28:8, “El Señor te asegurará bendición en todo lo que hagas y llenará tus depósitos con granos. El Señor tu Dios te bendecirá en la tierra que te da”, (NTV).

Dios es el que escoge

“Dios elige a quienes usa y usa a quienes elige”. Esta frase encierra una profunda verdad: “Dios no espera encontrar a personas preparadas, sino que Él mismo prepara a aquellos a quienes ha escogido”. Cada uno de nosotros ha sido diseñado de manera única y exclusiva por Dios. Aunque pueda haber individuos con similitudes, nadie es idéntico a otro en la faz de la tierra. De hecho, nunca ha existido ni existirá alguien exactamente igual a ti. Esto revela la infinita creatividad de Dios y también indica que Él nos ha asignado un propósito único para cada momento y generación.

A pesar de los cerca de ocho mil millones de habitantes en el mundo, la singularidad de cada persona es innegable. Incluso los intentos de clonación pueden replicar características físicas, pero nunca podrán replicar el alma. La sensación de unicidad es inherente a cada ser humano porque somos creaciones exclusivas de Dios. Él ha seleccionado tu apariencia física y las cualidades únicas de tu ser. Con ese diseño, también ha inscrito en ti un propósito para el cual has venido al mundo. Nadie más puede cumplir ese propósito diseñado especialmente para ti.
Entonces, acepta y abraza el diseño que Dios ha creado para ti. Reconoce y desarrolla las habilidades con las que has sido dotado, y permite que Dios te prepare de la mejor manera posible para cumplir con ese propósito único que te ha asignado. La Biblia dice en Jeremías 1:5a, “Te conocía aun antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes de que nacieras, te aparté…” (NTV).