Encontrando El Contentamiento

Me gusta la siguiente frase que leí un día: “La felicidad no es mi destino, es la actitud con la que viajo por la vida”. Esto tiene que ver con el contentamiento. Mucha gente piensa que el contentamiento es difícil de alcanzar, porque la felicidad y la paz nunca duran. ¿Pero es esa la verdadera razón? Es común asociar un estado de satisfacción con una situación positiva. El contentamiento no es algo que venga de modo natural, se aprende. Usualmente, no es en medio de la comodidad que sentimos gratificación, sino en situaciones que nos causan problemas, temor y ansiedad.

El apóstol Pablo tuvo muchas oportunidades de aprender estas lecciones, porque su vida fue una serie de dificultades (2 Cor. 11:23-33). En sus cartas, él comparte lo que había aprendido sobre el contentamiento con la siguiente conclusión: “Enfocarse en Cristo en vez de las circunstancias”. Pablo tenía todas las razones para quejarse, porque fue encarcelado de manera injusta. Sin embargo, en su carta a los filipenses, no culpó a nadie ni se quejó. Al contrario, siguió regocijándose en Cristo porque allí es donde se encontraban su enfoque, afecto y devoción.

En resumen, debemos enfocarnos en lo que Dios está haciendo por medio de cada situación. En otras palabras, podríamos decir que Pablo evaluó sus circunstancias a través de un lente enfocado en Dios. El resultado fue el gozo y el contentamiento en toda su vida. La Biblia dice en Filipenses 4:11 , “No que haya pasado necesidad alguna vez, porque he aprendido a estar contento con lo que tengo” (NTV).

Perdonarnos A Nosotros Mismos

“Si no te has perdonado algo ¿cómo puedes perdonar a los demás? Como dicen por ahí: “Perdonarse a uno mismo es mucho más importante que hacer que los demás nos perdonen”. ¿Alguna vez has venido al Señor en arrepentimiento, confesando tu pecado y aún así has seguido sintiéndote culpable? Por lo tanto, entramos en un estilo de autocastigo, repitiendo una y otra vez el pecado hasta que nos sentimos indignos no solo del perdón, sino también de las bendiciones, de las respuestas a la oración y del amor del Padre.

Según la Biblia, nuestro Padre concede el perdón basándose en el pago de la deuda de pecado por parte de Su Hijo y ha quitado nuestra transgresión “como está de lejos el oriente del occidente” (Sal 103.12, LBLA). De modo que, nuestra negativa a perdonarnos a nosotros mismos es una manera de decir que consideramos insuficiente el sacrificio de Cristo. Para ser libres de un espíritu no perdonador, debemos comprender que ese espíritu es resultado del egocentrismo. En vez de creer en la verdad del perdón de Dios, hemos estado confiando en nuestros propios sentimientos. Es hora de humillarnos y confiar en Dios, no en nuestros sentimientos.

La Biblia dice en 1 Juan 1:9, “9 Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (NVI).

El Resentimiento

Me encanta la siguiente frase: “Vengarte de personas que te hirieron en el pasado, no mejorará en absoluto tu futuro”. Uno de los ejemplos más hermosos de un espíritu perdonador se encuentra en el libro de Génesis en la historia de José, quien tuvo una actitud de perdón que es poco común y difícil de imaginar para muchos de nosotros. A pesar de los maltratos recibidos, José no guardó resentimiento alguno. Al contrario, decidió usar todo esto como parte del trato de Dios para su vida.

Si nos negamos a perdonar, sufriremos consecuencias dolorosas. Por ejemplo, tendremos dificultades para lidiar con el mal que nos han hecho cuando en vez de entregarlo a Dios, revivimos una y otra vez el agravio y el dolor. El resentimiento echará raíces en nuestro corazón y mente, permitiendo que la amargura crezca. La negatividad comenzará a afectar otras áreas de nuestra vida tales como nuestras relaciones, nuestras emociones, las actitudes e incluso la salud física. De la misma manera, los sentimientos de desasosiego nos privarán del gozo y del contentamiento. Además, una acumulación de malos sentimientos comenzará a dañar nuestra salud emocional lo que a su vez inhibirá nuestra capacidad de amar y de ser amado.

Finalmente, la desdicha echará raíces y acabará con nuestra salud emocional y hasta espiritual. Así que: “di no al resentimiento”. La Biblia dice en Efesios 4:31, “Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia” (NVI).

Placer Momentáneo

Todos hemos experimentado placeres momentáneos en la vida. Desde disfrutar un delicioso postre hasta participar en algún tipo de deporte extremo. Hay de placeres a placeres. Unos son benéficos y otros son totalmente maléficos. Algunos buscan dichos placeres a expensas de su salud, de sus relaciones familiares y laborales. Otros se involucran en relaciones extramaritales, cambiando el bienestar de su familia por la satisfacción de sus deseos lujuriosos. Algunos maltratan su cuerpo con excesos consumiendo sustancias adictivas o incluso con el exceso de comida.

Usualmente los placeres desordenados provienen de la falta de comunión con Dios. Las decisiones que tomemos hoy podrán robarnos de las bendiciones que Dios quiere darnos. Cuando cedemos a la tentación sacrificamos nuestro futuro por un placer momentáneo. No podemos permitir basar nuestras decisiones en deseos o sentimientos inmediatos ya que el principio de sembrar y cosechar se puede revertir (Gálatas 6:7). ¿Qué estamos sembrando? La cosecha vendrá y en ese momento segaremos más de lo que hayamos sembrado.

Así que, ten cuidado con tus placeres momentáneos. Una persona sabia evalúa las decisiones mirando hacia delante para ver las consecuencias negativas que estas podrían generar. La Biblia dice en 1 de Corintios 10:13, “13 Ustedes no han sufrido ninguna tentación que no sea común al género humano. Pero Dios es fiel, y no permitirá que ustedes sean tentados más allá de lo que puedan aguantar. Más bien, cuando llegue la tentación, él les dará también una salida a fin de que puedan resistir” (NTV).

Rechazo A Lo Mejor

“Muchas veces rechazamos lo mejor por mantener lo bueno”. Esto es parte de nuestra naturaleza humana que tiende a rechazar aquello que es mejor. Esto comenzó en el huerto del Edén, cuando Satanás tentó a Eva para que se rebelara en contra de Dios y ejerciera su derecho de determinar su propio camino. Desde entonces, hemos estado siguiendo nuestros deseos basados en nuestro propio interés.

Tal razonamiento egocéntrico se basa en tres conceptos erróneos. Primero, no entendemos quién es Dios. Él es el divino creador del universo y el gobernante soberano de todo lo que hay en el cielo y en la tierra. Él nos redimió del pecado con la sangre preciosa de Su Hijo. En otras palabras, nos compró de la esclavitud del pecado. De esa manera, nos convertimos en Sus siervos, que le servimos por amor y gratitud. En segundo lugar, no entendemos porqué estamos aquí. Fuimos creados para adorar y servir a Dios. Este es nuestro destino y la manera como lo glorificamos. Tercero, no entendemos el gran propósito de Dios en el mundo. Él está edificando Su reino y nosotros hemos sido comisionados para participar en este proceso, ministrándonos unos a otros y proclamando el evangelio tanto cerca como lejos.

El no servirle a Dios es rechazar una vida gratificante y de bendición. Perderemos más si seguimos nuestro camino egoísta y sin propósito. La Biblia dice en el Salmo 37:23, “El Señor afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir” (NVI).

No Hay Nadie Como Tú

Recuerdo en mis años de seminarista el siguiente canto que entonábamos cada vez que uno de nosotros cumplía años. El canto dice lo siguiente: “Sabías que eres especial, sabías que tienes un lugar allá en el cielo. No hay nadie como tú, tan especial, con tus defectos y cualidades, como tú no hay”. Las expresiones que usábamos cuando decíamos “defectos y cualidades” mostraban que la persona tenía pocos defectos y muchas cualidades. Aunque la canción parezca un poco cómica y hasta infantil, nos habla de una gran verdad. Habla de la “unicidad” con la que Dios nos creó y Su propósito para cada uno de nosotros.

Dios, en Su infinita bondad nos ha diseñado exclusivamente y particularmente. Este diseño es especial al ser únicos. Lo podemos ver en las piezas de arte que son únicas y en el valor exorbitante que estas tienen. En cierta instancia, tú y yo somos una pieza de arte de Dios. Él soñó en formarnos como somos para un plan único, un propósito especial y una meta final. Somos la culminación de Su máxima expresión de amor.

De modo que cada vez que te sientas desanimado o tiendas a comparte con los demás, recuerda que “eres único para un propósito único que nadie podrá hacer por ti”. La Biblia dice en el Salmo 139:13-14, “Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!”, (NTV).

Otorgar Perdón

“Es que yo no puedo perdonar”, esa es la premisa de muchas personas a las cuales se les dificulta otorgar perdón. Es mucho más fácil para el ser humano el recibir perdón que el otorgar el perdón. Una acción es una dádiva y la otra es una entrega. El entregar algo de nosotros se nos hace sumamente complicado ya que tiene que ver con nuestro ego, con el “yo”. En otras palabras, el no otorgar perdón proviene del orgullo albergado en nuestro corazón.

Entonces, ¿cómo lograr otorgar el perdón? Primero, reconoce que este mundo está lleno de imperfecciones y tendrás que otorgar y recibir perdón hasta el día que te mueras. Segundo, trabaja en tu orgullo. Preguntas como qué me impide perdonar y por qué no logro hacerlo ayudan en este proceso. Tercero, otorgar perdón es una decisión. Nadie lo puede hacer por ti, ni nadie puede obligarte en hacerlo. Es algo que ofreces de lo más profundo de tu ser. Cuarto, acuérdate de las tantas veces que te han otorgado perdón para que tomes perspectiva y no seas orgulloso. En último lugar, pídele a Dios que te ayude a perdonar así como Él te ha perdonado en numerosas ocasiones.

Aunque el otorgar perdón sea una acción difícil, recuerda que el que no logra perdonar, no logra vivir en libertad. La Biblia dice en Efesios 4:32, “…Sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros, tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo ” (NTV).

Provisión

¿Te has sorprendido por la provisión sobrenatural de algo en tu vida? ¿Te has quedado anonadado(a) por la manera como Dios te ha provisto cuando menos lo esperabas? ¿De qué manera has recibido la provisión de Dios? ¿De qué manera ha movido Dios a las personas para obrar a favor tuyo?

Jesús conoce nuestras necesidades. La Biblia relata la historia de que en una ocasión la multitud había estado con Él por tres días y tenían hambre. Él conocía las necesidades que tenían por el tiempo que habían estado con en camino con Él. Jesús conoce exactamente las necesidades individuales que tenemos. Él conoce cada detalle de nuestra vida y nada le es oculto. Tenemos periodos de necesidad material que Dios conoce. Él no es ajeno a nuestras necesidades físicas, emocionales o espirituales. Él siempre provee. La palabra provee, viene de la raíz de prever, es decir, de ver antes de que suceda. Dios “ve antes” todas nuestras necesidades y las suplirá en su debido tiempo.
La Biblia dice, “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”, (Filipenses 4:19, RV1960).

Cumplirá

Cuenta la historia que Guillermo, príncipe de Orange, entregó un documento asegurando a cierto caballero honorable un alto empleo en su reino con tal que quisiera apoyar su causa política. El caballero regido por sus convicciones rehusó el aceptarlo diciendo: “Basta la palabra de su majestad. No quisiera servir a un rey en cuya simple palabra no pudiera confiar”.

Esta debería ser justamente nuestra actitud hacia Dios y hacia Su Palabra. Sin embargo, muchas veces queremos pruebas tangibles de que el Señor cumplirá Sus promesas. Si Dios ha prometido algo, Él lo hará. No necesitamos andar cuestionando Su voluntad ni Su tiempo. Nosotros nada más debemos confiar en Él.

Nuestra impaciencia en ocasiones nos lleva a pensar que Dios se ha olvidado de nosotros, que no nos escucha o que no cumple Su Palabra. No obstante, Sus tiempos son perfectos y no necesariamente coinciden con nuestros tiempos o con nuestros planes. Constantemente no entendemos cómo Dios obra ni porqué permite las cosas de una manera u otra, pero Su sabiduría es superior a la nuestra y Su amor es incalculable. Así que ¿quiénes somos para cuestionar Su Palabra? Podemos estar seguros de que “Él siempre cumplirá”.

La Biblia dice en Números 23:19, “Dios no es un hombre, por lo tanto, no miente. Él no es humano, por lo tanto, no cambia de parecer. ¿Acaso alguna vez habló sin actuar?¿Alguna vez prometió sin cumplir?”, (NTV).

Sin Aliento

¿Te has quedado sin aliento o sin respiración? Muchos nos hemos quedado sin aliento después de haber corrido rápidamente o de haber escalado por algunos momentos. Algunos quedan sin aliento al solo dar unos pocos pasos ya que su condición física es muy decadente. El quedar sin aliento físicamente por esfuerzos muy mínimos es muestra de una salud integral pobre y que va desmejorando. En algunas ocasiones, es un indicativo de problemas de índole cardiaco y de sobrepeso.

Si nos quedamos sin aliento físicamente, lo más seguro es que también nos pase espiritualmente. Muchas veces la falta de aliento espiritual proviene de una salud espiritual muy podre. En algunos casos, nuestra falta de condición espiritual se debe al no practicar las disciplinas espirituales de la oración, la lectura de la Palabra de Dios, la meditación, el ayuno, la reflexión, la solitud, entre otros.

Aunque a diario vivamos en un mundo que nos tiende a quitar el aliento, debemos mejorar nuestra condición espiritual. Te invito a que entres al gimnasio espiritual. Desarrolla algunas disciplinas diarias, progresivas y constantes. Te aseguro que estarás más fuerte y preparado para no perder tu aliento en las circunstancias de la vida. La Biblia dice en Job 33:4, “El Espíritu de Dios me ha creado, y el aliento del Todopoderoso me da vida” (NTV).