Éxito

Muchos quieren subir la escalera hacia el éxito. Para algunos, el éxito está relacionado con una estabilidad en todas las áreas de sus vidas, pero en especial en el área financiera. Éxito para algunos significa no trabajar más, no estudiar más y no lidiar con más problemas. Sin embargo, todas estas percepciones son erróneas en la hora de ser o no exitoso(a). 

¿Qué es el éxito? Una simple búsqueda de esta palabra la define como: “Resultado, en especial feliz, de una empresa o acción emprendida o de un suceso”. En otras palabras, el éxito está directamente relacionado con los resultados en cada una de las áreas de nuestras vidas. Por eso, algunos son exitosos en su trabajo, pero no lo son en su vida personal. Otros logran sostener buenas relaciones interpersonales, pero son un fiasco financieramente. Algunos suelen ser exitosos en el amor, pero no en las demás áreas de sus vidas. Entonces, ¿cuál es la clave? Sin lugar a duda, todos la quisiéramos tener. No obstante, no se trata de una fórmula mágica, se trata de un conjunto de características inherentes a nuestro carácter. 
Lo que sí podemos trazar es que todas las personas exitosas en diferentes áreas de sus vidas tienen un común denominador: “Son fieles a su tarea y su asignación”. La fidelidad es un indicativo del éxito. De la misma manera lo es en la vida cristiana. Somos exitosos cuando hemos sido fieles a nuestro llamado y a nuestra labor. La Biblia dice Mateo 25:23, 23 »El amo dijo: “Bien hecho, mi buen siervo fiel. Has sido fiel en administrar esta pequeña cantidad, así que ahora te daré muchas más responsabilidades. ¡Ven a celebrar conmigo!” (NTV)

Triunfo

¡Qué bueno es experimentar el sentimiento de triunfo! Bien sea un triunfo pequeño como ver dar los primeros pasos a nuestros hijos, un triunfo en un torneo después de haber competido con muchos equipos difíciles, un triunfo académico como una graduación, un triunfo laboral como un ascenso en el trabajo, un triunfo emocional como una relación anhelada y estable, un triunfo financiero al llegar a una estabilidad económica, en fin, podemos dar múltiples ejemplos de los triunfos que podemos experimentar en nuestras vidas. 

Todos los triunfos tienen un común denominador: “No llegan de la noche a la mañana y se construyen con dedicación, empeño y esfuerzo”. Los triunfos no se logran al azar, ni son producto de las coincidencias o sólo de la suerte como algunos piensan que se dan. Los triunfos son el resultado del trabajo dedicado, enfocado y persistente. Los triunfos no son nada apacibles, suelen doler y aún producir pérdidas en el camino hacia el éxito. Los triunfos se construyen un día a la vez, un paso a la vez, un proyecto a la vez, una relación a la vez y un trabajo a la vez. 
El secreto de los triunfadores no lo es su talento, sino su constancia y el empeño esforzado para conseguir lo que parece ser inalcanzable. De modo que si deseas triunfar, tienes que trabajar, sacrificar, ser constante y muy, pero muy paciente. La Biblia dice en 1 Corintios 15:57, 57 ¡Pero gracias a Dios! Él nos da la victoria sobre el pecado y la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo” (NTV)

La Dependencia En Dios

Desde pequeños como seres humanos queremos llegar a ser independientes. Desde los niños más chicos, los adolescentes, los jóvenes y hasta algunos adultos constantemente lloran porque no pueden tomar decisiones por sí mismos y hacer lo que bien les parezca. La independencia suele ser un regalo para algunos, pero también puede ser una atadura para otros. El día que de verdad no tienen nadie que les diga qué deben hacer, unos deciden para bien y otros deciden cosas que al final les acarrearán graves consecuencias.

La independencia es buena cuando se logra llegar a un estado de madurez emocional y espiritual. Es más, todos los que somos padres oramos para que nuestros hijos lleguen a ser maduros en sus vidas y tomen las decisiones correctas, en el momento oportuno y en las situación precisa. Sin embargo, en nuestra vida espiritual es diferente, ¿Por qué? Simplemente porque en el caminar de la fe la independencia de Dios es inmadurez espiritual, pero la dependencia en Él es madurez. Es totalmente lo opuesto. Entre más dependientes somos de Dios, más maduros podemos ser espiritualmente hablando. 

Dios desea que tengamos una relación cercana con Él. Desea que seamos sinceros, auténticos e íntegros delante de Él. Eso sólo se logra siendo totalmente dependientes de Él. Entonces, ¿deseas ser maduro y depender de Dios?   

La vida es buena

¡Qué bonita es esta vida! Es una frase que he escuchado en canciones, que he leído en poemas y que la he dicho personalmente. La vida es bella y buena cuando entendemos que cada circunstancia que vivimos es parte de una gran travesía de y una jornada en la cual aprendemos constantemente. La vida es buena porque aunque nosotros no seamos completamente buenos, hemos sido recipientes de bondad. 

La vida es buena con sus altos y bajos, con sus desafíos más constantes y con las batallas más frustrantes. La vida es buena porque está llena de colores, de sabores y sin sabores. La vida es buena porque hay personas lindas, personas conflictivas, personas excéntricas y personas en las cuales se puede confiar. La vida es buena porque está llena de frustraciones, de pruebas y vicisitudes, pero también está llena de alegrías, victorias y gratas conquistas. 

La vida es aún más buena cuando hemos aprendido de las experiencias de otros, las cuales no nos cuestan. La vida es buena cuando aprendemos de los errores, de las angustias, de las enfermedades y de las constantes preocupaciones. La vida es aún más buena cuando encontramos el propósito para el cual fuimos creados y así poder servir a los demás. Sobre todo la vida es muy buena cuando encontramos a Jesús, ¿lo has encontrado? La Biblia dice en 2 Corintios 5:7, “porque por fe andamos, no por vista” (RV1960).  

No lo entiendo

“No lo entiendo”, trato y trato, pero no logro entenderlo. Esta es una frase que hemos usado en nuestra vida cuando tratamos de analizar, racionalizar o simplemente comprender alguna información que nos ha tomado por sorpresa. Bien puede ser una noticia sorprendente como una pérdida de un ser querido, un diagnóstico médico no esperado, un problema muy prolongado o una circunstancia que no suele tener explicación alguna.

No lo entiendo puede ser simplemente una falta de comprensión de una tarea académica, un mal entendimiento de las reacciones o palabras de otras personas o quizá ni te entiendas a ti mismo o a ti misma. Yo siempre he compartido que para poder entender a los demás, debemos tratar de entendernos a nosotros mismos y he aquí el meollo del asunto. ¿Te entiendes a ti mismo o a ti misma? ¿Has pensado en porqué eres como eres y cómo podrías mejorar? Compartiré tres simples pasos: Evalúate constantemente y no tengas temor de ser sincero y ver dónde necesitas mejorar. Busca las herramientas para poder entenderte. Esto puede ser una asesoría emocional por un profesional de la salud mental, buscar a un mentor(a) espiritual y mejorar tu salud física en caso que pueda ser un factor determinante. Traza un plan de acción para mejorar cada vez más y sobre todo, pídele ayuda a Dios quien te entiende y puede ayudarte a entender a los demás. La Biblia dice en Job 12:13, “Pero la verdadera sabiduría y el poder se encuentran en Dios; el consejo y el entendimiento le pertenecen” (NTV).

Lo Lamento

“Lo lamento mucho”, son las palabras que usualmente escuchamos de otras personas para consolarnos por alguna pérdida que hayamos tenido. Lo lamento mucho demuestra compasión, empatía, sinceridad y vulnerabilidad. Lo lamento mucho muestra que nos importan los sentimientos de los demás y no necesariamente nos centramos en los nuestros. Lo lamento mucho puede ser también una frase de cliché, pero nos quita el enfoque en nuestro lamento y lo pone en los demás. 

Ahora, ¿de qué te lamentas constantemente? ¿Cuál es la razón de tu lamento? ¿Lo es una oportunidad perdida, una situación fuera de tu control, una relación desafiante, una decisión frustrante o una realidad que tiende a desanimarte? ¿Cuál es la razón de tu lamento? ¿Lo es la inconformidad por algo no alcanzado o por el tiempo no bien administrado? ¿Lo es una consecuencia que estás enfrentando o una circunstancia por la cual vale la pena lamentarse?

Cualquier y sea tu razón de lamento, Dios la conoce. Es más, tu lamento puede ser convertido en gozo sobre todo si tu enfoque no es en ti mismo, sino en los demás. La Biblia dice en el Salmo 30:11,Tú cambiaste mi duelo en alegre danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de alegría” (NTV).

Sin querer queriendo

El famoso humorista y libretista mexicano Roberto Gómez Bolaños, más conocido como El Chavo del Ocho, hizo famosa la frase: “Fue sin querer queriendo”. Esta frase es básicamente una excusa al referirse a esas palabras y acciones que surgen sin considerar el contexto, sin poseer una mala intención y sin ser pensadas considerablemente. 

¿Cuántas cosas hacemos y decimos sin querer queriendo? Creo que muchas. Sin embargo, aunque queramos o no, cuando decimos palabras que no debemos decir, causamos heridas en otras personas. De la misma manera, cuando actuamos sin pensarlo bien, podemos cometer grandes errores que sólo por un momento de torpeza y necedad, nos llevarán a enfrentar algunas consecuencias inevitables. 
De modo que no podemos vivir la vida adoptando el lema sin querer queriendo, ya que la mayor parte de las veces sí hemos querido hacer, decir y actuar de la manera que lo hemos hecho. Lo que sí debemos hacer es tomar responsabilidad de nuestras acciones y de nuestras palabras para vivir tratando de madurar y crecer integralmente cada día más. Aún más, si le pedimos ayuda a Dios, Él nos la puede dar. La Biblia dice en 1 Juan 1:8 , 8 Si afirmamos que no tenemos pecado, lo único que hacemos es engañarnos a nosotros mismos y no vivimos en la verdad”. (NTV) 

Lo que te roba el sueño

¿Habrá algo que te robe el sueño el día de hoy? Esto puede ser una condición física, una relación sentimental, un desafío laboral, un propósito no alcanzado, un sueño frustrado, una situación recurrente o una circunstancia que parece ser inexplicable. ¿Qué es lo que te roba el sueño?

Quizá ninguna de las razones anteriores te roba el sueño y simplemente sufres de insomnio que algunas veces es controlable y en algunas noches parece no poderse controlar. Sin embargo, hay cosas que muchas veces nos roban el sueño y que no son necesariamente malas. Por ejemplo, un anhelo por servir a los demás, una inconformidad por una injusticia, una labor prolongada, un proyecto por el bien de muchos y el beneficio de pocos. 
Una vez escuché que si lo que te roba el sueño está relacionado con servir a los demás, vale la pena los desvelos y los esfuerzos, porque al final de cuentas, el significado de vivir en plenitud está directamente relacionado con servir a los demás. De modo que si pierdes el sueño por tu familia o por un servicio a los demás, en cierta manera estas sirviendo a Dios. Trata de tener un balance, de descansar cuando puedas y de dejarle las cargas a tu Creador. La Biblia dice en Mateo 11:28, “Luego dijo Jesús: «Vengan a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo les daré descanso”. (NTV) 

El Silencio de Dios

Recuerdo mis años en la escuela primaria cuando cada vez que la profesora o profesor nos daba un examen, él o ella se mantenían en silencio. Antes del examen los maestros nos enseñaban o repasaban las lecciones con nosotros y nos advertían que quizá saldría en la evaluación. Prestásemos o no atención, el contenido del examen usualmente se repasaba, ya que estábamos pequeños. El silencio del maestro no significaba que estuviera ausente, significaba que estábamos tomando un examen. Muchas veces tuve la tentación de levantar mi mano y preguntarle acerca de alguna duda que tuviese en particular, sin embargo, yo sabía que no me iba a responder simplemente porque yo estaba pasando por el examen.

De la misma manera pasa en nuestra vida espiritual. Muchas veces estamos en un desierto seco acompañado por el silencio del Dios. De modo que si Dios está callado es porque quizá estás pasando por una prueba. El silencio de Dios no significa que Él este ausente, significa que estamos siendo probados. Entonces, ¿qué hacemos? Como en la escuela primaria, tenemos que recordar que al tomar el examen el profesor ya nos había enseñado cómo responder. El recordar esto en tu desierto espiritual te puede llevar a la respuesta que Dios ya te ha enseñado. La Biblia dice en el Salmo 143:10, “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me lleve hacia adelante con pasos firmes”. (NTV)

Decisiones difíciles

¿Has tenido que tomar alguna decisión difícil en tu vida? ¿Has tenido que sopesar, analizar y evaluar los “props” y los “contras” una y otra vez? ¿Has considerado los factores buenos y malos de lo que repercutiría una decisión en tu vida? ¿Has perdido el sueño por pensar y tomar una decisión? Creo indiscutiblemente que todos nosotros hemos experimentado esto en nuestras vidas, ya que la vida está llena de simples, comunes y complejas decisiones.  

Un día escuché tres indicativos para tomar una buena decisión. El primero, es hacer algo al respecto al responder a una necesidad o situación en particular. Es decir, salir del “status quo”. No se puede salir de donde se está sin hacer nada al respecto. Segundo, analizar, buscar consejo y aprender de las decisiones que otros han tomado en la misma situación nuestra. Por último, no ignorar la paz y el sentir que tenemos en nuestro corazón. La paz es como un buen termómetro que mide hasta si de verdad esta decisión nos afectará para bien o mal en nuestra vida emocional. 
Sin embargo, el paso más importante es pedir y buscar diligentemente la sabiduría de Dios. Él nos puede guiar para tomar decisiones consecuentes que vayan siempre de acuerdo con Su voluntad.  La Biblia dice en Job 12:13,Pero la verdadera sabiduría y el poder se encuentran en Dios; el consejo y el entendimiento le pertenecen” (NTV)