Terminando

Muchas cosas comienzan, pero otras no terminan. Algunas cosas comienzan muy bien, pero no terminan nada bien. En ocasiones, se comienza con muchas ganas, pero se termina sin ganas. Frecuentemente quedan cosas inconclusas, porque no todo lo que se comienza, se termina. Piensa en las cosas que has comenzado, en las que no has continuado y en las que no has podido terminar. Constantemente las cosas no se terminan por falta de perseverancia y de determinación.

Piensa en las cosas que no has terminado y en porqué no lo has hecho. Como dice una frase común: “Hay dos cosas que nos roban la tranquilidad: el trabajo sin terminar y el trabajo que no ha comenzado todavía”. De modo que debemos trabajar en terminar lo inconcluso para que no nos robe la paz. Mucho del estrés que se tiene hoy en día proviene de no terminar lo que se ha empezado. Martín Lutero bien lo dijo: “Nuestras vidas empiezan a terminar el día que guardamos silencio sobre las cosas que importan”.

De modo que termina lo que verdaderamente te importa, completa lo que te has propuesto, adapta lo que tengas que adaptar en el camino y espera en lo que Dios pueda hacer a través de ti. La Biblia dice en Job 8:7, “Aunque comenzaste con poco, terminarás con mucho” (NTV).

Final

Por ahí dicen que: “Quien compite con los demás es ganador, pero quien compite consigo mismo es poderoso”. Al final de la carrera, ¿qué importa más: llegar primero o solo llegar? Algunos celebran con solo llegar y otros solo con ganar. La vida es una carrera maratónica con altibajos. Lo más importante es saber que estamos corriendo y queramos o no, estamos avanzando hacia la meta. Las preguntas que surgen son: ¿cómo la estamos corriendo? ¿estamos mirando constantemente hacia atrás o nos estamos enfocando hacia delante? ¿estamos llevando algún peso innecesario o estamos corriendo libremente y de la mejor manera posible?

En esta carrera de la vida, aquel que no es suficientemente valiente como para tomar riesgos, no logrará nada. Todo aquel que ha corrido físicamente sabe que su valor más importante es eliminar las tensiones y permitir liberarse de cualquier otra cosa preocupante que pueda traer el día. Entonces, ¿por qué no corremos de esa manera, dejando atrás el pasado y las preocupaciones? El no mirar atrás es característica sobresaliente del corredor exitoso. Como dijo T. S Eliot: “Solo aquellos que se arriesgan a ir demasiado lejos, pueden descubrir lo lejos que pueden llegar”.

La Biblia dice en 1 Corintios 9: 25-26, “Todos los atletas se entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno. Por eso yo corro cada paso con propósito. No solo doy golpes al aire”, (NTV).

Lo Inesperado

¿Te has enfrentado con noticias, eventos, palabras y acciones inesperadas? ¿Te has enfrentado a situaciones inesperadas que te han causado suma desilusión? Lo inesperado es parte integral de la vida. Tanto lo que esperamos como lo que no esperamos puede convertirse en algo inesperado. Sin embargo, debemos comprender que lo que no esperamos puede llegar a ser aún mejor que lo que estábamos anhelando. 

Lo inesperado puede llegar a ser como un regalo sorpresa de parte de Dios. Al abrirlo muchas veces sobrepasa nuestras expectativas, y en otras ocasiones, nos pudiésemos decepcionar. Sin embargo, no deja de ser un regalo. ¿Qué estás esperando y anhelando? Puede que no aprecies lo que tienes por esperar lo que no tienes y no recibes lo inesperado como un regalo de parte de Dios. 

El Creador de tu vida y de todo lo que existe tiene los mejores intereses para tu vida. Él desea darte lo mejor, protegerte de lo peor. Para eso, tiene que ofrecerte algunas cosas, relaciones y situaciones que serán para tu propio beneficio aunque sean inesperadas. De modo que, haz de lo inesperado algo anhelado como un regalo de Dios para ti. La Biblia dice en el Salmo 18:30, “El camino de Dios es perfecto. Todas las promesas del Señor demuestran ser verdaderas. Él es escudo para todos los que buscan su protección” (NTV)

La Evaluación

“Tenemos una evaluación sorpresa”, nos dijo la profesora Betty cuando estaba en quinto de primaria. Todos mis compañeros estaban espeluznados como si se les hubiera aparecido un fantasma. Por otro lado, yo me sentía preparado en el tema. Tomé el lápiz y estaba listo para recibir la primer pregunta. Sin embargo, ese sentimiento fue cambiando con el tiempo. Ya no me gustaban tanto las evaluaciones, sobre todo, las que eran sorpresa. 

Según Pedro Ahumada Acevedo: “La evaluación es el proceso de delinear, obtener, procesar y proveer información válida, confiable y oportuna que nos permita juzgar el mérito o valía de programas, procedimientos y productos con el fin de tomar decisiones”. Parece ser una definición medio compleja pero es muy profunda ya que tiene que ver con la toma de decisiones. La evaluación es un concepción de aprendizaje significativo. 

¿Por qué razón es necesario evaluarnos? Porque la evaluación es una acción de la vida cotidiana del ser humano que está presente en todas nuestras actividades y se hace necesaria en las áreas de más relevancia de nuestra vida. Queramos o no, estamos evaluándonos y evaluando a otros. Sin embargo, no nos gusta ser evaluados. 

La Biblia dice en Salmos 139: 23-24, “23 Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan.24 Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda y guíame por el camino de la vida eterna”, (NTV).

El Gozo De Esperar

No conozco a muchas personas que les guste esperar. Nosotros decimos frases como: “Buenas cosas vienen para aquellos que esperan”, pero no disfrutamos el proceso de la espera. Entre más esperamos, tendemos a perder la esperanza de que algo realmente bueno pueda surgir después de una larga espera. 

Eso fue lo que le pasó a Zacarías en el evangelio de Lucas cuando se le dijo del nacimiento de su hijo Juan. Sin embargo, la espera fue larga, pero como Dios siempre cumple Sus promesas, en el tiempo indicado y preciso, su hijo Juan nació. El regalo prometido llegó. La espera anhelada se detuvo y Dios se mostró fiel una vez más.

El amor de Dios no está limitado a un evento histórico o una historia familiar como la de Zacarías. Es relevante para nosotros hoy en día. En la temporada de advenimiento y de espera, podemos esperar y confiar en el poder de Dios. Puede parecer como si Él no te hubiera escuchado o que nada parece estar pasando, pero Su presencia y Su amor son reales. Así que no te desesperes en la espera, Él siempre está ahí. La Biblia dice en Lucas 1:13, “13 pero el ángel le dijo:—¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha oído tu oración. Tu esposa, Elisabet, te dará un hijo, y lo llamarás Juan” (NTV).

El Tiempo Se Cumplió

¿Cuántas veces pensamos que el tiempo no se ha cumplido para algo que realmente anhelamos? Así fue la espera para que viniese el mesías prometido. Generación tras generación, profecía tras profecía, y suceso tras suceso, fueron promotores e indicativos de la llegada del mesías. Después, hubo alrededor de unos 400 años de silencio donde no se mencionó ni escuchó más acerca del mesías. ¿Finalmente vendría o Dios se había olvidado de todas Sus promesas? Fueron muchas las señales, pero la espera fue demasiado larga.

¿Te ha pasado esto? ¿Piensas que tu espera ha sido muy larga y que las promesas que tanto has esperado no se cumplirán? La venida del Señor Jesús al mundo nos recuerda que aunque la espera sea demasiado larga, Sus promesas sí se cumplen. Sus promesas son reales y nunca dejan de ser porque así es Su Palabra. Puede que te frustres, desanimes y angusties en la espera. Sin embargo, Dios ha prometido estar contigo, sustentarte y proveerte todo lo que necesitas hasta que Su tiempo perfecto llegue a cumplirse para tu vida. No te desesperes. Él está contigo.

Así como en la historia de la navidad, al final de cuentas, el tiempo se cumplió y Jesús finalmente nació.
La Biblia dice en Lucas 2:6-7 , “Y mientras estaban allí, se le cumplió el tiempo. Así que dio a luz a su hijo primogénito. Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la posada” (NVI).

Nació

¿Cuánta expectativa hay en el nacimiento de un bebé? Muchas cosas pasan por la mente al pensar en lo que llegará a ser el bebé que se está formando en el vientre de su madre. Preguntas como: ¿Cómo será? ¿A quién se parecerá? ¿Cuál será su personalidad? ¿Qué gustos tendrá? ¿De qué manera nacerá? ¿Cuál será su nombre? En fin, son muchas las preguntas que surgen al esperar un bebé.

El mesías fue un bebé esperado y deseado. Los profetas del Antiguo Testamento lo anunciaron. Las personas comentaban de Él, y al final de cuentas, cuando vino, no lo reconocieron. Es más, se había profetizado dónde nacería, de quién saldría y cuál sería su llamado. El Salvador del mundo vendría a traer paz entre Dios y los hombres. Su trono no tendría fin y Su poder sería más grande que cualquier trono o fortaleza humana.

Al nacer Jesús nació la oportunidad para una nueva vida. Nació la esperanza segura, el gozo inagotable, la paz verdadera, la fe duradera, la fidelidad eterna, el amor incondicional y el futuro eterno. Nació la vida abundante y se derrocó la muerte. Lo único que debes preguntarte es, ¿ha nacido Jesús en tu corazón? Si Jesús no ha nacido en ti carecerás siempre de la paz verdadera que solo Él te puede dar. La Biblia dice en Lucas 2:11, “Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor” (NVI).

El Rey Y Su Reino

¿Quién es un rey y cuál es su reino? Un rey es aquel que ejerce dominio sobre un territorio o un grupo de personas. Es aquella figura pública que gobierna y protege a los que están bajo su soberanía. Es quien lucha por el bienestar común y por la justicia en el pueblo al cual sirve y representa. En la Biblia la promesa del “Rey y Su reino” es muy notoria. Desde el comienzo, en el libro de Génesis, se promete que Dios enviaría a un Rey. Él no reinaría temporalmente en los tronos de palacios hechos por hombres, sino que reinaría en todo aquel que le recibiese en el trono de su corazón. 

Este Rey trascendería a toda lengua, raza, cultura y línea de tiempo. Este Rey tendría un trono de justicia y equidad. Este Rey restauraría lo que ningún otro rey habría podido restaurar, brindando esperanza, gozo, paz y amor. Este Rey sería adorado de generación en generación y sempiternamente. Este Rey haría todo de nuevo, derrocando el poder del pecado y de la muerte, al formar una familia que reinará con Él por la eternidad. ¡Ese Rey es Jesús! ¿Es Jesús el Rey de tu corazón? 

La Biblia dice en Génesis 49:10, “El cetro no se apartará de Judá, ni la vara de mando de sus descendientes, hasta que venga aquel a quien le pertenece, aquel a quien todas las naciones honrarán” (NTV).

Emanuel

El profeta Isaías predijo que una virgen daría a luz un hijo y que se llamaría Emanuel, que significa: “Dios con nosotros”. Esto se hizo realidad cuando ella dio a luz a Jesús. Jesús es “Emanuel”. Si bien no tenemos constancia de que alguna vez se haya llamado así, Él es Dios quien descendió para estar con nosotros. Filipenses 2: 7b nos dice que Él “adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano” (NTV). 

A pesar de que Él abandonó el reino físico al ascender al cielo después de la resurrección, todavía está con nosotros a través del Espíritu Santo. Antes de que Jesús viniera, solo teníamos la ley y los profetas. Todo era impersonal. Pero con la obra expiatoria de Cristo en la cruz, nos reunimos con Dios Padre. Ya no necesitamos sacrificios humanos, Jesús fue el sacrifico máximo. Ahora tenemos libre acceso al Padre a través de Jesús y poder en el Espíritu Santo. 

Al realizar tus actividades en esta temporada navideña recuerda que Dios está contigo. Él se complace en ti y desea que crezcas en tu relación con Él. Dale gracias a Él de que no estás solo. Realmente hemos recibido el mejor regalo de navidad: “Emanuel”. La Biblia dice en Isaías 7:14, “14 Muy bien, el Señor mismo les dará la señal. ¡Miren! ¡La virgen concebirá un niño! Dará a luz un hijo y lo llamarán Emanuel (que significa: “Dios está con nosotros”)” (NTV).

Mar Adentro

“Hay lecciones que Jesús no enseña en la orilla de la tranquilidad, sino en las tormentas mar adentro”. Bien dice el dicho: “Después de la tormenta llega la calma”. Las tormentas suelen ser estruendosas, escrupulosas y escandalosas. En sí, una tormenta es un fenómeno caracterizado por la coexistencia de dos o más masas de aire de diferentes temperaturas. Dicho contraste desemboca una inestabilidad caracterizada por lluvias, vientos, relámpagos, rayos y otros fenómenos meteorológicos. 

Las tormentas en el mar parecen acentuarse aún más. Las grandes olas impetuosas parecen desestabilizar las embarcaciones, pero los marineros saben como soportar las olas y mantener la embarcación a salvo. De la misma manera ocurre en nuestra vida. Las tormentas pueden ser enfermedades, problemas relacionales o financieros, noticias inesperadas, en fin, un cúmulo de más de dos factores que acrecientan los niveles de estrés en nuestras vidas. 

Sin embargo, al pasar por estas tormentas debemos recordar unas cosas muy importantes: todas las tormentas son temporales, los grandes vientos no tienen porqué derrumbarnos en las tormentas, siempre habrá algo que aprender en cada tormenta y el capitán de nuestra embarcación, Jesús, nos puede mantener a salvo. La Biblia dice en Job 11:17-18, “Tu vida será más radiante que el sol de mediodía, y la oscuridad será como el amanecer.18 Vivirás tranquilo, porque hay esperanza; estarás protegido y dormirás confiado” (NTV).