¿Cuál Es Tu Precio?

¿Eres de los que les gusta pedir rebaja al hacer una compra? ¿Eres de los que le gusta regatear en los precios? Yo soy uno de ellos. Si hay algún tipo de rebaja, yo deseo tomar ventaja de esta. Todos hemos aprendido que en esta vida todo tiene su precio. A veces el precio es demasiado alto, y en otras ocasiones, es muy bajo. Sea alto o bajo, lo que debemos evitar es la avaricia. El querer tener más cueste lo que cueste.

El Señor Jesús tenía una definición de la avaricia. En resumidas cuentas, lo definía como la práctica de medir la vida según las posesiones. La avaricia iguala el valor de una persona con su bolsillo. En otras palabras, posees mucho, vales mucho. Posees poco, eres poco. La consecuencia de tal filosofía es predecible. Si es la suma de lo que posees, es necesario que poseas todo. De modo que ningún precio es demasiado elevado y nada será suficiente. La avaricia no se define por lo que cuestan las cosas; se mide por lo que te cuestan a ti.

Por lo tanto, si alguna cosa te cuesta tu fe o tu familia, el precio es demasiado alto. Por favor: evítalo. La Biblia dice en Lucas 12:15, “15 Y luego dijo: «¡Tengan cuidado con toda clase de avaricia! La vida no se mide por cuánto tienen” (NTV).

Ya No Puedo Más

“Ya no puedo más”. Estas han sido las palabras que he escuchado en repetidas ocasiones por muchas personas debido a su condición actual. Algunos dicen no poder más con las repercusiones de esta pandemia, otros con los problemas laborales, algunos con los problemas relacionales y unos pocos con sus problemas emocionales. 

El decir “no puedo más” es una declaración profunda. 

Sin embargo, cuando nosotros no podemos más, hay alguien que sí puede más que nosotros y se llama Jesús. Él puede con todo nuestro peso, con todo nuestro pecado, con todas nuestras dolencias y con todas nuestras complejidades. Él puede lidiar con lo que humanamente nos parece imposible lidiar y Él puede controlar lo que parece ser incontrolable. 
Si tu eres de los que has dicho “no puedo más”, deja que Jesús sea el que pueda cambiar tu situación. Él desea hacerlo. La Biblia dice en Jeremías 32:27, Yo soy el Señor, Dios de todos los pueblos del mundo. ¿Hay algo demasiado difícil para mí?(NTV).

Detrás Mío

Un joven pasó de largo por la puerta al entrar a una tienda llevando en su mano la pelota de softball que había comprado mientras sus amigos le esperaban en el parque para su juego. Estaba tan de prisa que no se dio cuenta de la señora que venía detrás de él. Ella traía a un bebé en una mano y muchas bolsas en la otra. El joven no detuvo la puerta al salir y le pegó directamente a la mujer haciéndole caer todas las bolsas que cargaba. Cosas como los biberones del bebé, diminutos juegos, pañales y diferentes artículos salieron volando hasta la calle. El bebé comenzó a llorar asustado y el joven volteó rápidamente diciéndole a la mujer: “perdón, no sabía que venía detrás mío. La señora le dijo: está bien, algunas veces yo tampoco presto atención”.

El joven ayudó a la mujer a recoger todas sus cosas. Al recogerlas, el joven pensó en la frase, “algunas veces yo tampoco presto atención”. Él se puso a pensar en las innumerables ocasiones que no prestaba atención en su vida diaria. Pensó en que pudiera haber dejado que la mujer pasara y nada de esto hubiese pasado. ¿Cuántas veces nos pasa lo mismo en nuestra vida cotidiana? ¿Cuántas veces nos pasa lo mismo en nuestra vida espiritual al no prestar atención a Dios?

Debemos prestar más atención a nuestros alrededores para ayudar a otros. Pero también debemos estar alerta a la voz de Dios. Probablemente Él nos abre la puerta muchas veces y nosotros no queremos entrar. La Biblia dice en 1 de Tesalonicenses 5:6, “Así que manténganse en guardia, no dormidos como los demás. Estén alerta y lúcidos”, (NTV).

Siempre Espera Lo Mejor

“Siempre espera lo mejor y recibe lo que venga de parte de Dios”. Estas son algunas de las palabras que mi padre me enseñó un poco después de la muerte de mi madre. El esperar lo mejor debe ser una de las bisagras por las cuales hacemos rodar la rueda de nuestra vida. El desear lo mejor nos prepara para recibir lo peor. Por otro lado, el recibir lo peor nos prepara abiertamente para recibir lo mejor.

Hay personas que siempre esperan lo peor. Se les olvida que cuando sus expectativas son más grandes que sus temores, pueden vivir una vida de esperanza sin importar las circunstancias actuales. El sentido de expectativa se vuelve en el motor que mueve su proceder. Es algo que tenemos que desarrollar. Entonces, ¿cómo esperar lo mejor y recibir lo que venga de parte de Dios?

José en la Biblia es un ejemplo de ello. Fue vendido por sus hermanos. Fue puesto en la prisión por ser fiel a Dios. Se mantuvo firme en sus convicciones aun cuando algunos se olvidaron de él. Pero Dios no se olvidó de José. Un día salió de la prisión a ser el segundo al mando en el imperio egipcio. ¿Por qué? Porque siempre esperó lo mejor y recibió lo que venía de parte de Dios. ¿Lo puedes hacer tú? La Biblia dice en Isaías 41:13, “Pues yo te sostengo de tu mano derecha; yo, el Señor tu Dios. Y te digo: no tengas miedo, aquí estoy para ayudarte”, (NTV).

Saber, Esperar Y Creer

“Las cosas buenas vienen a los que saben esperar. Las mejores a los que no se rinden y luchan y las grandes bendiciones son para los que creen”. Me encanta esta frase porque comprende tres verbos esenciales para vivir que son: saber, esperar y creer. Los tres son necesarios porque el conocimiento nos ayuda a creer para en su efecto poder esperar. Además, el saber esperar es clave en nuestra vida. Sin embargo, es difícil esperar porque va en contra de la cultura actual.

Nos gusta tener todo lo más pronto posible. No queremos esperar en la fila, no queremos esperar en el carro, no queremos esperar para subirnos a un avión. En fin, no nos gusta esperar. Es más, entre más estatus tengas, menos tienes que esperar. ¿Y qué decir del saber? Dicen que el conocimiento es poder, pero no todo el que sabe algo puede compartirlo y experimentarlo con los demás. El saber más no garantiza el éxito. Porque entre más sabemos nos damos cuenta que no sabemos mucho y que hay mucho más por aprender.

Pero el creer trasciende aun más que el esperar y el saber. El creer nos motiva, nos desafía y se vuelve en la misma razón por la cual podemos esperar. No solo debemos “saber” sino “creer” para poder “esperar”. La Biblia dice en 2 Corintios 5:7, “Vivimos por fe, no por vista”, (NVI).

Valora Lo Que Tienes

Un día leí una historia de un hombre quien vendió su granja para poder invertir sus días en la búsqueda de diamantes. Estaba empecinado en convertirse en un hombre rico. Cuando por fin su salud y recursos se agotaron, no se dio cuenta de que era rico antes de vender su granja. Debido a la decepción, se tiró a un río y murió ahogado.

Un día, el hombre que había comprado su granja divisó una piedra de aspecto poco usual a orillas de la quebrada. La puso en el manto de la chimenea como tema de conversación para sus visitantes. Un amigo notó la piedra y la examinó con detenimiento. Luego expresó en voz alta sus sospechas de que la piedra era en realidad un diamante. El granjero discretamente, hizo que se analizara la piedra y se confirmó que era uno de los diamantes más grandes y finos que se hubiesen encontrado jamás.

Aún operando en forma confidencial, el granjero buscó en su quebrada y recolectó piedras similares. Todas eran diamantes. ¡De hecho, su granja estaba cubierta con diamantes que esperaban ser recogidos! La granja que el buscador de gemas había vendido terminó siendo uno de los depósitos de diamantes más ricos del mundo.

La lección es que muchas veces tenemos riquezas en nuestras manos pero no las valoramos e ignoramos por querer más. Pídele a Dios que te revele lo que necesitas saber para poder vivir la vida que Él desea. Es posible que los recursos que necesites estén delante de ti. Recuerda que las tendencias van y vienen pero la sabiduría y el carácter son para siempre. La Biblia lo dice en Proverbios 23:19, “Hijo mío, presta atención y sé sabio: mantén tu corazón en el camino recto” (NTV).

Toma De Decisiones

Uno de los distintivos que hace que el ser humano sea la creación máxima se llama, “libre albedrío”. El ser humano tiene la capacidad de tomar decisiones. Esto lo distingue de toda la creación. El raciocinio es un regalo de Dios para cada uno de nosotros. No hemos sido creados como robots o como máquinas que solo ejecutan una acción. Se nos ha dado la capacidad de tomar decisiones, estas pueden ser buenas y malas.

La diferencia más notoria entre una persona exitosa y una que no lo es radica en la manera como usa su libre albedrío. Las personas que toman buenas decisiones usualmente han aprendido de las malas decisiones que han tomado. Sin embargo, ellos han desarrollado principios que les permiten ejercer bien su dominio propio. Por ejemplo, para tomar buenas decisiones se necesita: evaluar bien los “pros” y los “contras”, pedir el consejo de personas que sepan o tengan experiencia en la decisión que se ha de tomar, aprender de los errores del pasado si es una decisión recurrente, sopesar los efectos físicos y relacionales al tomar dicha decisión, tomar un tiempo prudente antes de tomar una decisión y por sobre todo consultar con Dios para ver si es Su voluntad.

He aquí otro consejo que se viola constantemente al tomar una decisión: “No tomes decisiones cuando estés enojado y no hagas promesas cuando estés feliz”. Pidámosle sabiduría a Dios antes de tomar cualquier decisión. Él desea que tomemos buenas decisiones. La Biblia dice en Eclesiastés 5:2, “No te apresures, ni con la boca ni con la mente, a proferir ante Dios palabra alguna; Él está en el cielo y tú estás en la tierra. Mide, pues, tus palabras”, (NIV).

Como Las Águilas

Las águilas son las aves que más poseen longevidad entre su especie. Son rápidas, ágiles para agarrar a sus presas y pueden volar fácilmente. Sin embargo, al llegar a los 40 años de vida tienen que tomar una decisión crucial para vivir hasta los 70 o 75 años. Sus uñas circulares y flexibles no consiguen agarrar las presas de las que se alimentan. El pico alargado y puntiagudo se curva. Sus alas se envejecen y se tornan pesadas por las gruesas plumas. Volar es ahora muy difícil. Entonces las águilas tienen dos opciones: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que dura alrededor de 150 días.

Esto me puso a pensar en nosotros los seres humanos. Aunque no tenemos picos, garras y alas, si tenemos cuerpo, alma y espíritu. Somos seres tripartitos. Al igual que las águilas, muchas veces tenemos que tomar la decisión de renovarnos física, emocional y espiritualmente. No obstante, este proceso de renovación es intencional. Es más, Dios desea renovarnos día con día.

Las Escrituras están llenas de ejemplos de personas que fueron renovadas por Dios. Un clave bíblica es renovar nuestra manera de pensar por la Palabra de Dios para así cambiar nuestra manera de vivir. La Biblia dice en Isaías 40:31, “Los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán (NTV).

Un Padre Que Corre Hacia Nosotros

Probablemente conozcas la historia del “hijo pródigo” que se encuentra en el evangelio de Lucas en la Biblia. Relata la típica historia del hijo que le pide a su padre la parte de su herencia. Luego se va, lo desperdicia todo y termina sin dinero y con mucha hambruna. Finalmente, decide regresarse a la casa de su padre con la esperanza de poder ser contratado como un simple empleado. Pero, ¿sabías que esta historia lleva otro nombre en la cultura del medio oriente? Es conocida como “la historia del padre que corre”, lo cual le da una connotación diferente.

Desde esta perspectiva, el padre ve a su hijo regresando desde muy lejos y corre hacia él, algo que no solían hacer los hombres del medio oriente. Era algo muy vergonzoso para su cultura. La razón por la que corría era aún más importante. Este joven podía ser llevado ante la justica para ser condenado por haberse despilfarrado todo su dinero aun cuando su padre vivía. Él abiertamente había decidido apartarse de su familia y de su comunidad como si estuviera muerto. Pero el padre había estado observando y esperando el regreso de su hijo día tras día. Así que cuando lo vio, hizo lo que ninguno otro haría: “corrió hacia él”.

Antes de que el joven pudiera pronunciar el discurso que había preparado, el padre lo abrazó y organizó un banquete en su honor. Esto solo lo puede hacer Dios. Él no es un juez insensible sino un Padre que corre. Sí, un Padre que corre hacia nosotros para ofrecernos Su perdón y restauración. ¿Podrías correr a Sus brazos hoy? La Biblia dice en Lucas 15:20, “Entonces regresó a la casa de su padre, y cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio llegar. Lleno de amor y de compasión, corrió hacia su hijo, lo abrazó y lo besó”, (NTV).

En Todo Tiempo La Fe

En todo tiempo se necesita tener fe. Martín Lutero dijo: “La fe verdadera y duradera necesita sujetarse solo a Cristo y a nada más”. La fe es el antiséptico del alma. Por ejemplo: “En la vida hay que saber cuando tener fe para comenzar, cuando tener fe para seguir y cuando tener fe para finalizar”, porque la fe nos ayuda a comprender que las circunstancias no dictan nuestra felicidad ni nuestra paz interior. Me gusta pensar que la fe es el puente que nos ayuda cruzar desde donde estamos hacia donde Cristo quiere que estemos.

La fe no hace las cosas sencillas, sino que las hace posibles. La fe es creer. ¿En qué o en quién crees? Si crees en Jesús y depositas tu fe en Él, el mundo de imposibilidades, podrá ser posible. En otras palabras, la fe muestra la realidad de lo que deseamos y esperamos y producirá la evidencia de lo que aún no podemos ver.

Un amigo siempre me decía: “La fe ve lo invisible, cree lo increíble y recibe lo imposible”. ¿Tienes fe? ¿Necesitas incrementarla? Es más, ¿es Cristo el autor de tu fe? La fe es una palabra pequeña que puede lograrlo todo. Entonces, levanta tu mirada, confía en Dios y ten fe en Él. La Biblia dice en Juan 11:40, “Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?” (RV1960).