“Quédate callado”. Esa es la directriz que le damos a muchos de nuestros hijos cuando están aprendiendo a comportarse en diferentes lugares, respondiendo a diferentes situaciones o reaccionando a diversas circunstancias de la vida. El quedarse callado(a) puede ser momentáneo o hasta forzado, pero después de unos momentos los niños desean hablar.
¿Cuántas veces hemos callado cosas voluntaria o involuntariamente? ¿Cuántas veces el quedarnos callados ha complicado más las cosas? ¿Cuántas veces el callar no ha sido una buena práctica? Esta bien que hay contextos, ocasiones y circunstancias en las cuales debemos ser prudentes y callar es la mejor práctica, sin embargo, hay muchas veces que hay que hablar, denunciar y sacar las cosas a la luz.
La Palabra de Dios dice que la verdad nos hace libres. De modo que, ejerce tu prudencia, calla cuando tengas que hacerlo, pero habla y denuncia lo que muchos siempre han callado y necesita salir a la luz. Dios honrará tu cordura, tu prudencia y muchas veces, tu valentía. Confiesa tus cargas a Dios y Él te restaurará. La Biblia dice en el Salmo 32:5, “ Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor», ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció” (NTV)