Disfrutando

Disfrutar algo a veces se convierte en un desafío para algunas personas. Algunos no disfrutan el hoy porque quieren vivir en el ayer. Otros optan por no disfrutar el presente por vivir en un futuro incierto. Algunos expertos explican que la gente no disfruta el presente por las siguientes razones: falta de contentamiento con lo que actualmente tienen, carencias de provisión financiera, falta de apoyo emocional y psicológico, problemas familiares, rupturas laborales, la soledad, la depresión, el estrés y la ansiedad. Aunque la lista es mucho más larga, estas son las razones más prominentes que le roban al ser humano de poder disfrutar su realidad.

¿Disfrutas tu realidad? Evalúa si alguna de estas razones te esta robando el gozo de disfrutar lo que Dios te ha dado. Quizá no disfrutas lo que tienes por querer lo que no tienes. Aprende a desarrollar un espíritu de contentamiento y agradecimiento. Esta demostrado que los que practican la gratitud y el contentamiento están mucho más cerca de experimentar la plenitud en sus vidas.

Entonces, disfruta de las bendiciones que Dios te ha dado y recibe con gozo aquellas que aún han de venir.
La Biblia dice en Romanos 12:12, “Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración” (NVI).

Fobias

¿Cuántos no sufren de fobias en nuestros días? La respuesta es “muchos”. De hecho, se dice que cada ser humano ha experimentado alguna de las cinco fobias más comunes que son la agorafobia, claustrofobia, aracnofobia, acrofobia y glosofobia. La agorafobia tiene que ver con el miedo irracional a los espacios abiertos. La claustrofobia tiene que ver con miedo excesivo a los espacios cerrados. La aracnofobia se define como el intenso miedo hacia las arañas. La acrofobia es el miedo a las alturas y la glosofobia es el miedo a hablar en público. ¿Cuántas de estas fobias has experimentado?

Creo que todos, sin lugar a dudas, hemos tenido algún tipo de fobia. La pregunta que surge es, ¿nos dejaremos controlar por ellas? Si las fobias son comunes en los seres humanos, el adoptarlas como una condición de vida es lo que marca la diferencia. En otras palabras, no porque experimentes una fobia momentánea quiere decir que siempre la tendrás. De modo que, enfrenta y encara tus fobias de una manera saludable. He aquí unos pasos: identifica tu fobia, estúdiala, enfréntala con la ayuda de otros y pide ayuda de parte de Dios para vencer tus fobias día tras día. Él te dará la victoria. La Biblia dice en el Salmo 56:3, “Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza” (NVI).

Acción de Gracias

“Un corazón agradecido da para no volver a acordarse, pero nunca olvida algo cuando lo recibe”. Un corazón agradecido cuenta las bendiciones de Dios y al final de cuentas aunque el saldo no sea grande, siempre termina siéndolo. Un corazón agradecido no se fija en lo suyo propio, sino en el beneficio de los demás. Un corazón agradecido da las gracias en todo momento aunque no lo sienta. Un corazón agradecido aprecia lo que tiene y espera con fe lo que aún no tiene. Un corazón agradecido dice “no” a la apatía y dice “sí” a la compasión. Un corazón agradecido no guarda un archivo de lo que hace, sino de lo que puede llegar a hacer.

Y tú, ¿cómo expresas tu agradecimiento? ¿Desarrollas la gratitud o un espíritu de queja? Todos los días deben ser un día de acción de gracias, porque el dar gracias es una acción. Entonces, lo primero que debemos hacer al levantarnos cada día es dar gracias a Dios por el regalo de la vida, por las relaciones cercanas que tenemos, por los recursos que poseemos y por los que aún no tenemos. Debemos dar gracias por las luchas, porque sin ellas, no seríamos fuertes. Debemos dar gracias por el dolor, porque sin él, no conoceríamos la sanidad ni la tranquilidad. Debemos dar gracias por la intranquilidad, porque en medio de ella conocemos la paz.

¿Por qué puedes dar gracias a Dios hoy? La Biblia dice en 1 Tesalonicenses 5:18, “Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús” (NTV).

Aflicciones

La siguiente frase me llamó la atención: “No te desesperes por las aflicciones de tu vida, pues de las nubes más negras cae agua limpia y fecunda”. Las aflicciones aunque parezcan eternas, son momentáneas. La aflicción es la maestra de las destrezas más grandes para el vencimiento de cualquier obstáculo o batalla. La aflicción no solo viene a nosotros para hacernos sentir preocupados o en dificultad, sino que viene a nosotros para hacernos más sabios.

En otras palabras, toda aflicción que llega a nuestras vidas acaba por irse de una u otra forma. Por otro lado, nunca se está más cerca de Dios que durante la aflicción, porque esta nos induce a la purificación de nuestra alma. Las aflicciones tratan con nuestros sentimientos, con nuestras emociones y alteran nuestra voluntad. Estas nos fortalecen, nos purifican y nos enseñan lecciones que nunca hubiéramos estado preparados o dispuestos para recibir.

De modo que si estás pasando por alguna aflicción, simplemente es una ocasión para crecer, aprender, ser desafiados, animados y fortalecidos. Dios mismo ha prometido estar contigo en la aflicción y sacarte en victoria de cada una de ellas. La Biblia dice en el Salmo 34:19, “Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová” (RV1960).

Compromisos

Compromisos, compromisos y más compromisos. Parece ser que nuestras agendas están cada vez más llenas y nuestras vidas más ajetreadas corriendo de aquí para allá, de un lado hacia el otro. Por más de que tratemos de cumplir con todos los compromisos, sentimos que no podemos cumplir con todo. Pero, ¿a qué se debe este sentimiento?

Una de las enfermedades psico-emocionales del siglo XXI se le atribuye al estrés y uno de los factores que producen más estrés en el ser humano son la acumulación excesiva de compromisos que producen ansiedad, preocupación, cansancio físico y emocional. Un consejo práctico y simple es examinar nuestros compromisos haciéndonos las siguientes preguntas: ¿Cuáles de estos son vitales y esenciales? ¿Cuáles son urgentes e importantes? ¿Cuáles pueden esperar y de cuáles se puede desistir?

Hay un compromiso que es vital y del cuál nunca debes desistir. Este compromiso es tu relación con Dios. Si tu compromiso con Dios está bien, se notará en los demás compromisos que tienes en tu vida. Pero, si tu compromiso con Dios es débil, entonces, muchos de tus otros compromisos serán afectados. ¿Estás comprometido(a) con Dios? La Biblia dice en Deuteronomio 6:5, “5 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (NTV).

¿Qué es la fe?

Una vez me hicieron la siguiente pregunta, en sus propias palabras, ¿qué es la fe? A lo cual respondí: “La fe es seguir a Jesús en el peor de los casos, mientras esperas el mejor de los resultados”. Mi respuesta fue espontánea pero después la anoté porque me salió de lo más profundo del corazón. La fe en su expresión más simple es “creer”. Es por eso que todos tenemos fe. La cuestión es en quién o en qué depositamos nuestra fe, es decir, nuestras creencias.

Yo he decidido creer en Jesús. Él es el Hijo de Dios, quien vino a este mundo para vivir una vida perfecta en un mundo imperfecto. Él vino a mostrarnos el camino de la fe, porque aún en el peor de los casos, supo esperar el mejor de los resultados. Es más, horas antes de su muerte, profirió las siguientes palabras: “¡Padre mío! Si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía” (Mateo 26:39) ¡Qué ejemplo de fe y de confianza!

¿Cómo está tu fe? ¿En quién la depositas? Si la depositas en lo temporal y material, quedarás defraudado. Si la depositas en el hombre, saldrás decepcionado. Si la depositas en tu preparación, posición o situación, caerás muy bajo. Pero, si la depositas en Jesús, serás bendecido y tendrás vida. La Biblia dice en Juan 11:25, “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá” (RV1960).

Reglas

Alguien dijo: “Las reglas se hicieron para romperlas”. Parece que aunque esta frase tenga en sí un poco de sarcasmo, conlleva en sí una gran verdad. El ser humano está automáticamente programado para irrumpir las reglas. Por ejemplo, nos dicen “no” y queremos un “sí”, o nos dicen “sí” y queremos un “no”. Aunque entendemos las reglas y los beneficios de las mismas, muchas veces no queremos acatarnos a ellas o nos provoca irrumpirlas.

Pero, ¿por qué se nos hace difícil sujetarnos a las reglas? Se nos hace difícil porque queremos desafiarlas con nuestro conocimiento, experiencia o voluntad. Se nos hace difícil porque no pensamos en las consecuencias. Se nos hace difícil porque pensamos que todo estará bien aún si las seguimos infringiendo. Se nos hace fácil porque pensamos que no le hacemos daño a nadie. Sin embargo, todas estas excusas están relacionadas con una causa principal que se llama “ego”. Nuestro ego se antepone a muchas reglas por nuestra propia naturaleza.

La naturaleza pecaminosa nos incita muchas veces a irrumpir la ley, aunque esto no debe ser una excusa para hacerlo. Dios mismo desea librarnos del poder del pecado y de la ley a través de una relación con Cristo Jesús. Él nos capacitará para hacer lo que es bueno, agradable y correcto. ¿Deseas someterte a Él? La Biblia dice en Mateo 5:17, “17 »No malinterpreten la razón por la cual he venido. No vine para abolir la ley de Moisés o los escritos de los profetas. Al contrario, vine para cumplir sus propósitos” (NTV).

Condiciones

Vivimos en un mundo lleno de condiciones. Hay condiciones físicas, emocionales, espirituales en el ser humano. También hay condiciones sociales, ambiéntales, espaciales, químicas, etc. En fin, vivimos llenos de condiciones. Sin embargo, muchos no están conscientes de sus condiciones hasta que las mismas los acondicionan. Por ejemplo, algunos sobrepasan los límites con sus cuerpos y son condicionados a enfrentar las consecuencias de su falta de límites. Algunos irrumpen con las condiciones de la ley y enfrentan las consecuencias de la misma. Otros, se olvidan que están condicionados por su condición de casados, solteros o empleados y sufren grandes consecuencias.

Entonces, ¿cómo podemos vivir en un mundo de condiciones? Primero, debemos reconocer cuáles son las condiciones a las cuales nos estamos sometiendo hoy en día. En segundo lugar, debemos respetar las condiciones que tenemos. Por otro lado, también debemos trabajar para mejorar las condiciones en las cuales nos encontramos actualmente al aprender y optimizar cada una de ellas. Finalmente, debemos pedirle a Dios que nos dé sabiduría y nos ayude a vivir en libertad en medio de un mundo lleno de condiciones.

Solo Dios nos ama, acepta y apoya sin condiciones. Su amor no está condicionado ni tampoco Su fidelidad. ¿Te dejarás abrazar por la incondicionalidad de Dios? La Biblia dice en 1 Juan 3:1a, “Miren con cuánto amor nos ama nuestro Padre que nos llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos!” (NTV).

Hechos

“Los hechos hablan por sí mismos”. Puedes hablar muchas cosas, pero si tu ejemplo no es congruente con tus palabras, serás todo un descrédito para aquellos que te rodean. De allí surge el dicho que dice: “A mí háblame con hechos, no con palabras”. Somos dados a decir muchas cosas, pero nos quedamos cortos en hacerlas. Como dicen popularmente: “Del dicho al hecho hay mucho trecho”. Eso es algo muy certero ya que todos hemos pecado de decir muchas cosas y fallado en hacerlas.

Entonces, debemos pensar antes de hablar y hablar con nuestros hechos más que con nuestras palabras. Por ejemplo, si decimos que amamos a alguien, ¿cómo se lo demostramos? Si decimos que honramos a alguien, ¿cómo lo hacemos? Si decimos que somos comprometidos, ¿cuáles son los resultados? Si decimos que somos diferentes a los demás, ¿cómo lo comprobamos? Estos son solo unos pocos ejemplos.

Medita en las cosas que debes comenzar a hacer para que tus hechos concuerden con tus palabras. Evalúa las cosas que necesitas dejar de hacer para ser más congruente con tus palabras. Por último, recuerda que todo lo que haces, lo haces para tu Dios.
La Biblia dice en Colosenses 3:17, “17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” (RV1960).

Una Mirada

Muchas cosas se expresan y comunican con una mirada. Una mirada puede hablar más que mil palabras en un solo instante. Alguien dijo que “Los ojos son las ventanas del corazón”. En muchas ocasiones, los ojos muestran algo diferente a lo que profieren nuestras palabras. Por ejemplo, decimos que estamos felices y nuestra mirada es de tristeza, decimos que no tenemos temor y ponemos cara de aterrorizados, decimos tener tranquilidad y ponemos cara de desosiego. En fin, una mirada transmite mucho.

Hay un canto antiguo que se titula “Una Mirada de Fe”. Este canto encapsula una gran verdad. Es una mirada de fe la que puede salvar al pecador, porque si venimos a Cristo Jesús, Él nos perdonará, porque esa mirada de fe es la que podrá salvarnos. Entonces, te recomiendo que en cualquier cosa que estés experimentando en tu vida, mires con fe. Mira a Jesús. Él podrá ayudarte para que tu corazón descanse, experimente paz y tu mirada sea sincera sin tener que esconder nada.

De modo que, “Una mirada de fe” es lo que nos puede salvar. Confía en Jesús, espera en fe y Él hará. La Biblia dice en el Salmo 34:5-6, “5 Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados. 6 Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de todas sus angustias” (RV1960).