Dios escoge

“Dios escoge a quienes usa y usa a quienes escoge”. En otras palabras, Dios no escoge a los preparados, prepara a los escogidos. Cada uno de nosotros ha sido diseñado de manera única y exclusiva por Dios. Pueden haber personas parecidas a ti, pero no hay nadie igual a ti sobre la faz de la tierra. Es más, no ha existido nadie igual que tu, ni existirá. Eso nos habla de un Dios que no carece de creatividad, pero también de un Dios que nos ha dado un propósito único para cada tiempo y generación.

Se estima que hay cerca de ocho billones de habitantes en el mundo. Sin embargo, no hay ningún ser igual que el otro. Es más, los intentos de clonar a alguien pueden trazar las características físicas, pero nunca podrán clonar el alma. El sentido de unicidad es real en cada ser humano ¿por qué? Simplemente porque somos diseño exclusivo de Dios. Él ha escogido tu complexión física y las características exclusivas de tu ser. Con ese diseño vino también en ti un propósito para el cual has nacido. Nadie podrá cumplir el propósito por el que tú has sido diseñado.

Entonces, acepta y abraza el diseño de Dios para ti, identifica las habilidades con las que has sido dotado y deja que Él te prepare de la mejor manera posible. La Biblia dice en Jeremías 1:5a, “Te conocía aun antes de haberte formado en el vientre de tu madre; antes de que nacieras, te aparté…” (NTV).

Nubes negras, agua limpia

Una vez leí la siguiente frase en la que quedé meditando: “De las nubes más negras cae el agua más limpia y de los momentos más difíciles sacamos las mejores lecciones”. Esto es una gran verdad. La vida es muy diferente a la escuela. En la escuela primero aprendes la lección y luego te ponen la prueba. En la vida usualmente te ponen a prueba y luego aprendes la lección.
Aun en las experiencias más duras, Dios puede transformarlas en lecciones para toda la vida porque la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero debe ser vivida mirando hacia delante. Debemos recordar que: “Somos más fuertes por lo que hemos vivido, más inteligentes por los errores que hemos cometido, más felices por las tristezas que hemos tenido y más prudentes por lo que hemos aprendido”. De modo que hay que pasar al siguiente capítulo en la vida cuando llegue su momento y no quedarse atrapado en la misma página para siempre. Llega un momento en el que tienes que elegir entre pasar la página o cerrar el libro. De no ser así, te perderás la oportunidad de aprender las mejores lecciones de los capítulos anteriores.

Recuerda que Dios usa las nubes negras para sacar agua limpia y los momentos desafiantes para enseñarte las mejores lecciones. La Biblia dice en Romanos 8:28, “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos” (NTV).

El Mundo Que Hemos Creado

¿Has escuchado del concepto de una realidad distorsionada? Se refiere a la realidad ficticia que crea el ser humano en su idealismo por querer vivir en una realidad que no es la suya. Es pensar en lo ilógico y alimentar pensamientos que en su mayor parte no se llevarán a cabo. También es distorsionar la realidad en la que se vive bien sea con un optimismo extremo, ignorando las amenazas presentes o con un pesimismo fuerte donde no se aprecia ni acepta la verdadera realidad. ¿Has conocido a alguien o has vivido en una realidad distorsionada en algunas etapas de tu vida?

En cierta instancia, estamos viviendo en el mundo que hemos creado con nuestros pensamientos, palabras y acciones. Las preguntas que surgen son ¿qué alimenta nuestros pensamientos? ¿cuáles son las palabras que muestran lo que hay en nuestro interior? ¿cuáles son las acciones que definen lo que somos? Las respuestas a estas preguntas nos ayudan a entender el mundo que nosotros mismos hemos creado. Te has preguntado ¿cuál es el mundo que Dios ha diseñado para ti?
Esto tiene que ver con la voluntad de Dios. Busca Su voluntad y tu realidad será mucho mejor que la que tú mismo has creado. Su voluntad es buena, agradable y perfecta. Dios te guíe y te de entendimiento. La Biblia dice en Proverbios 1:7 , “El temor del Señor es la base del verdadero conocimiento, pero los necios desprecian la sabiduría y la disciplina” (NTV).

Circunstancias

“Tal vez no podamos controlar todas las circunstancias alrededor nuestro, pero sí la forma en que reaccionamos ante ellas”. Hay personas que dependen solo de sus circunstancias. Viven dependiendo de lo que les pase día tras día. Basan sus sentimientos y hasta sus emociones en base a lo que les pase. Pero ¿es esta una buena práctica? Yo creo que no. Por el contrario, debemos someter las circunstancias y no someternos a ellas. Debemos saber que no solo somos producto de lo que nos pasa, sino de cómo respondemos a lo que nos pasa. En las palabras del inglés Benjamín Disraeli: “El hombre no es hijo de las circunstancias. Las circunstancias son hijas del hombre”.

¿Qué tipo de circunstancias estás enfrentando hoy? ¿Te estás dejando controlar por ellas o has podido reaccionar positivamente frente a ellas? Como dice el dicho: “Solo triunfa en el mundo quien se levanta y busca las circunstancias y las crea si nos las encuentra”. El que se encuentra en las misas circunstancias es aquel que no ha sido paciente para mejorarlas y se ha dejado llevar por ellas, porque el carácter de todo acto depende de las circunstancias en las que se hace.

Recuerda que: “Las circunstancias no hacen al hombre, ellas lo revelan”. Sobre todo, Dios está por encima de tus circunstancias y te puede ayudar en cada una de ellas. La Biblia dice en Filipenses 4:13 , “Todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas” (NTV).

Boca llena, Cabeza vacía

Recuerdo que cuando estaba pequeño, mi mamá me decía: “Es de mala educación hablar con la boca llena”. Ahora, después de unos años, les digo lo mismo a mis hijos. Sin embargo, el otro día escuché una frase similar que dice: “Es mala educación hablar con la boca llena, pero es una gran falta de sabiduría hablar con la cabeza vacía”. ¡Qué verdad tan grande! En este contexto, prefiero que las personas hablen con la boca llena, pero llenos de sabiduría, porque hay personas que hablan solo por hablar. Se les olvida la frase que dice: “Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla”. Esto nos comparte un principio fundamental para la vida: “Debemos pensar antes de hablar”.

Es un principio básico, pero muy fundamental. El filósofo Sócrates decía: “Habla para que yo te conozca”. En otras palabras, al hablar conocemos realmente quiénes son las personas con las cuales tratamos. Dios nos ha mandado un mensaje directo al crearnos con dos ojos, dos orejas y solo una lengua. Nos enseña a escuchar y mirar dos veces antes de hablar, porque para saber hablar es preciso saber escuchar.

El hablar con la cabeza vacía muestra que la cosa más fácil es hablar de los demás, pero lo más difícil es conocernos a nosotros mismos. La Biblia dice en Proverbios 4: 20-21, “20 Hijo mío, presta atención a lo que te digo. Escucha atentamente mis palabras. 21 No las pierdas de vista. Déjalas llegar hasta lo profundo de tu corazón” (NTV).

La Bendición que Viene

“Si vieras el tamaño de la bendición que viene, entenderías la magnitud de la batalla que ahora peleas”. Todos peleamos batallas diariamente. Algunas batallas son físicas, otras relacionales, algunas financieras, emocionales y muchas veces guerreamos espiritualmente. He aquí una realidad en cuanto a las batallas: son pruebas para fortalecernos y no para destruirnos, ellas tienden a enseñarnos las lecciones más fuertes de la vida, algunas veces se toman ganancias y en otras pérdidas, pero en el caminar de la fe, cada batalla es una victoria que nos ayuda a crecer espiritualmente. En otras ocasiones, la batalla más difícil que tenemos a diario es con nosotros mismos. Las batallas se repiten si no hemos aprendido lo necesario. Por último, no hay batallas eternas, todas ellas tienen su tiempo y su propio propósito.

El historiador Thomas Carlyle, lo definió muy bien cuando dijo: “El hombre ha nacido para luchar y se le define mejor diciéndole que es un guerrero nato y que su vida desde el principio hasta el fin no es sino una batalla”. Debemos recordar que las batallas no nos definen ni lo deciden todo porque nuestra identidad no esta basada en las circunstancias de la vida, sino en lo que somos como hijos de Dios. Entonces ¿cómo peleas tus batallas? La Biblia dice en Josué 1:9, “¿No te lo he ordenado yo? ¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas” (NTV).

Sacrificios No Valorados

“Los sacrificios que otros no valoran, Dios sí los valora”. ¡Actúa en vez de suplicar. Sacrifícate sin esperanza de gloria ni recompensa! Sin sacrificio, no hay victoria porque cada sacrificio es un acto de honor. Alguien dijo: “No se puede conseguir el paraíso sin sacrificios”. Este fue el ejemplo del Señor Jesús cuando al estar en la cruz, le dijo al malhechor: “Si crees, estarás conmigo en el paraíso”. Ya antes había dicho que al que cree todo le es posible.
Jesús más que nadie conoce y valora todos tus sacrificios, aun aquellos que el mundo no valora. Él valora todo tu esfuerzo, porque lo bueno llega a través de tu esfuerzo. La razón por la que las personas fracasan realmente no es porque pusieron sus metas muy altas, sino porque las pusieron muy bajas y no quisieron pasar por ningún sacrificio. El Señor Jesús no puso estándares bajos, Él dio el todo de sí ¿lo hacemos nosotros?
No te desanimes, sigue adelante porque tu bendición viene de Dios. Esfuérzate todos los días al depositar todas tus cargas en Cristo Jesús. Aprende de Su ejemplo que nos enseña que si uno no lo ha dado todo, entonces, no ha dado nada. La Biblia dice en Tito 2:14, “Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y purificar para sí un pueblo elegido, dedicado a hacer el bien” (NTV).

El camino más seguro

¿Cuántos no hemos tenido momentos difíciles en nuestra vida? Creo que todos nosotros. Recuerda lo siguiente: “En los momentos más difíciles, Dios siempre te mostrará el camino más seguro”. En esta vida hay muchos caminos llamados “opciones”. Dichos caminos se pueden comparar a los caminos durante el otoño, tan pronto como se barren, vuelven a cubrirse de hojas secas. Así son las opciones en la vida. Muchas veces son cubiertas por hojas secas llamadas “distracciones” que no nos dejan ver el camino por el cual podemos andar.

¿Qué podemos hacer para tomar el camino correcto? Primero, buscar la dirección correcta y esto solo se puede hacer a través de la Palabra de Dios. En segundo lugar, debemos buscar al guía cuando estemos perdidos, este se llama el Espíritu Santo. Tercero, no debemos ir solos por el camino oscuro, la compañía se puede llamar un discípulo o hermano en la fe. Cuarto, no desistas en el camino, esto se llama constancia y permanencia. Por último, recuerda que Dios está al iniciar el camino, te acompaña en él y te espera al final del mismo.

Recuerda que poca gente es capaz de prever hacia donde les lleva el camino antes de llegar al fin y por esto se requiere de fe. La Biblia dice en el Salmo 119:105, “Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino” (NTV).

Éxito

“Si tu éxito solamente mejora tu vida y no la vida de quienes te rodean, entonces has obtenido un rotundo fracaso”. El éxito a los ojos de Dios se presenta diferente que a los ojos del mundo. Él éxito no es una fórmula secreta, sino el reconocimiento de los errores, el resultado de la preparación, el producto del trabajo duro y de la perseverancia.

Alguien dijo: “Si quieres llegar donde la mayoría no llega, necesitas hacer lo que la mayoría no hace”. El éxito nace cuando mueren la excusas. El verdadero éxito en la fe es depender de Dios, caminar con otros y hacer que otros brillen donde pensaron que nunca brillarían. Para esto, la disciplina se convierte en el puente entre las metas y los logros y la fe se convierte en la fuerza que ve lo que no es como si fuese. De esta manera, el éxito no se mide por lo que logras, sino por los obstáculos que superas, porque el fracaso derrota a los perdedores, pero inspira a los ganadores.

El éxito en el caminar de la fe se basa en la premisa de amar a Dios y amar a los demás. La Biblia dice en Marcos 12:30-31 , “30 Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. 31 El segundo es igualmente importante: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Ningún otro mandamiento es más importante que estos”, (NTV).

Dignificar

“Dios no buscó personas dignas de seguirlo, Él dignificó a los que lo siguieron”. Me fascina esa frase porque ¿cuántas veces no te has sentido indigno? Se dice que “La dignidad personal es el reconocimiento de que somos merecedores de lo mejor”, sin embargo, como seres humanos nos quedamos cortos en merecer lo mejor. Llegamos a la conclusión de que no somos dignos por nuestro mal comportamiento o proceder y nos retraemos, desanimamos y frustramos. Se ha dicho que el amor tiene un límite y se llama “dignidad”. Sin embargo, el amor de Dios no tiene límite alguno. Él nos ha amado con un amor eterno, inagotable e inmensurable. Él nos ha hecho dignos cuando éramos indignos.

Jesús dignificó al leproso limpiándolo de su condición y reintegrándolo a la sociedad. Él dignificó a la viuda abandonada, levantó al paralítico dándole una nueva oportunidad, limpió a la mujer del flujo de sangre quien lo había intentado todo, perdonó a Zaqueo quien robaba impuestos, libertó al endemoniado que nadie quería, sanó al ciego de nacimiento, habló con la Samaritana y no lanzó piedra alguna sobre la adultera.

Él dignificó a Sus discípulos al darles un nuevo propósito y una nueva misión. Él también te puede dignificar a ti. La pregunta es ¿le sigues? La Biblia dice en el Salmo 23:6, “Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor viviré por siempre”, (NTV).