Un día leí una historia de un hombre quien vendió su granja para poder invertir sus días en la búsqueda de diamantes. Estaba empecinado en convertirse en un hombre rico. Cuando por fin su salud y recursos se agotaron, no se dio cuenta de que era rico antes de vender su granja. Debido a la decepción, se tiró a un río y murió ahogado.
Un día, el hombre que había comprado su granja divisó una piedra de aspecto poco usual a orillas de la quebrada. La puso en el manto de la chimenea como tema de conversación para sus visitantes. Un amigo notó la piedra y la examinó con detenimiento. Luego expresó en voz alta sus sospechas de que la piedra era en realidad un diamante. El granjero discretamente, hizo que se analizara la piedra y se confirmó que era uno de los diamantes más grandes y finos que se hubiesen encontrado jamás.
Aún operando en forma confidencial, el granjero buscó en su quebrada y recolectó piedras similares. Todas eran diamantes. ¡De hecho, su granja estaba cubierta con diamantes que esperaban ser recogidos! La granja que el buscador de gemas había vendido terminó siendo uno de los depósitos de diamantes más ricos del mundo.
La lección es que muchas veces tenemos riquezas en nuestras manos pero no las valoramos e ignoramos por querer más. Pídele a Dios que te revele lo que necesitas saber para poder vivir la vida que Él desea. Es posible que los recursos que necesites estén delante de ti. Recuerda que las tendencias van y vienen pero la sabiduría y el carácter son para siempre. La Biblia lo dice en Proverbios 23:19, “Hijo mío, presta atención y sé sabio: mantén tu corazón en el camino recto” (NTV).