Hay cosas que no se pueden olvidar tan fácilmente, pero hay otras que se olvidan rápidamente. Benjamín Franklin dijo: ¨Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo¨. Parece ser que el no olvidar tiene que ver con lo que aprendemos en nuestro involucramiento que se vive en nuestras experiencias. Usualmente las cosas que se experimentan y que se viven a plenitud son difíciles de olvidarse.
Por otro lado, hay cosas que es necesario olvidarlas para que no dañen en nada nuestro proceder. Como dicen por ahí: ¨El olvido es una forma de libertad¨. El estar cautivo a pensamientos, actitudes y sentimientos no es bueno para la salud integral. Dios desea liberarnos de los pensamientos que nos aturden, de las memorias que no podemos borrar y de las cosas que no podemos cambiar. Para Él olvidar es sanar nuestro corazón para que no nos duela y no nos aflija más.
De modo que lo que tu pienses no poder olvidar, Dios te lo puede quitar. Él puede limpiar cada uno de tus recuerdos, ministrar tu mente y corazón y transformar todo tu ser. Él desea que olvides todo lo malo, pero que nunca te olvides de Él. Entonces, ¿decides olvidar? La Biblia dice en el Salmo 50:22 , “Ustedes que se olvidan de Dios, consideren lo que he dicho; de lo contrario, los haré pedazos, y no habrá nadie que los salve” (NVI).