Las palabras amables suelen ser cortas y fáciles de decir, pero su eco y alcance son realmente infinitos. Las palabras no siempre se las lleva el viento. Al contrario, muchas veces se quedan grabadas en la mente y en el corazón de tal manera que es difícil borrarlas. Las palabras tienen mucho poder, porque lo que decimos surge en mayor parte de lo profundo de nuestro ser.
¿Qué tan amable eres con tus palabras? ¿Son tus palabras fáciles de recibir o son tan ásperas que nadie las quiere escuchar? Definitivamente que todos tenemos momentos donde fallamos con nuestras palabras, pero ¿cuál es nuestra actitud constante? ¿Somos conocidos por la amabilidad o por la descortesía? Optemos por ser más amables con lo que decimos. Recordemos que nuestras palabras tienen poder para atar o desatar, para bendecir o maldecir y para esclavizar o proferir libertad.
Usemos la amabilidad y estaremos sorprendidos de libertad que traeremos a nuestra vida y a la vida de los demás. La Biblia dice en Proverbios 18:21, “La lengua puede traer vida o muerte; los que hablan mucho cosecharán las consecuencias” (NTV)