Las águilas son las aves que más poseen longevidad entre su especie. Son rápidas, ágiles para agarrar a sus presas y pueden volar fácilmente. Sin embargo, al llegar a los 40 años de vida tienen que tomar una decisión crucial para vivir hasta los 70 o 75 años. Sus uñas circulares y flexibles no consiguen agarrar las presas de las que se alimentan. El pico alargado y puntiagudo se curva. Sus alas se envejecen y se tornan pesadas por las gruesas plumas. Volar es ahora muy difícil. Entonces las águilas tienen dos opciones: morir o enfrentar un doloroso proceso de renovación que dura alrededor de 150 días.
Esto me puso a pensar en nosotros los seres humanos. Aunque no tenemos picos, garras y alas, si tenemos cuerpo, alma y espíritu. Somos seres tripartitos. Al igual que las águilas, muchas veces tenemos que tomar la decisión de renovarnos física, emocional y espiritualmente. No obstante, este proceso de renovación es intencional. Es más, Dios desea renovarnos día con día.
Las Escrituras están llenas de ejemplos de personas que fueron renovadas por Dios. Un clave bíblica es renovar nuestra manera de pensar por la Palabra de Dios para así cambiar nuestra manera de vivir. La Biblia dice en Isaías 40:31, “Los que confían en el Señor encontrarán nuevas fuerzas; volarán alto, como con alas de águila. Correrán y no se cansarán; caminarán y no desmayarán (NTV).