“Sin parar”, es la frase que comunica, “sin detenernos, sin interrupciones o sin claudicar”. Sin parar significa que debemos continuar hasta llegar a lo que nos hemos propuesto o hasta llegar a nuestro destino final. A mi no me gusta detenerme mucho, ni en los viajes por carretera, ni en muchas cosas en mi vida. No obstante, he aprendido que a veces es bueno detenernos para descansar, analizar, recobrar fuerzas o reubicarnos y de esa manera, llegar bien a nuestro destino o propósito final.
Nuestro Dios no se detuvo en Su plan de amor por nosotros. Desde que la humanidad se apartó de Él, Su propósito de rescate nunca paró. Desde el principio de todo se mostró fiel y Su amor nunca claudicó. Fue tanto Su amor que no paró ninguno de Sus planes por causa de la infidelidad o rebeldía nuestra. No se detuvo en derrochar Su amor al enviar a Su Hijo para morir en nuestro lugar para que nosotros pudiésemos tener una vida eterna junto con Él.
Él nos amó, nos ama y nos amará “sin parar”. Su amor es constante, real y fiel. Él te ama de una manera extravagante y sin reservas. La pregunta que surge es, ¿Le amas sin parar? La Biblia dice en Isaías 43:25, “Yo, sí, yo solo, borraré tus pecados por amor a mí mismo
y nunca volveré a pensar en ellos” (NTV).