Boca Llena, Cabeza Vacía

Recuerdo que cuando estaba pequeño, mi mamá me decía: “Es de mala educación hablar con la boca llena”. Ahora, después de unos años, les digo lo mismo a mis hijos. Sin embargo, el otro día escuché una frase similar que dice: “Es mala educación hablar con la boca llena, pero es una gran falta de sabiduría hablar con la cabeza vacía”. ¡Qué verdad tan grande! En este contexto, prefiero que las personas hablen con la boca llena, pero llenos de sabiduría, porque hay personas que hablan solo por hablar. Se les olvida la frase que dice: “Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla”. Esto nos comparte un principio fundamental para la vida: “Debemos pensar antes de hablar”. 

Es un principio básico, pero muy fundamental. El filósofo Sócrates decía: “Habla para que yo te conozca”. En otras palabras, al hablar conocemos realmente quiénes son las personas con las cuales tratamos. Dios nos ha mandado un mensaje directo al crearnos con dos ojos, dos orejas y solo una lengua. Nos enseña a escuchar y mirar dos veces antes de hablar, porque para saber hablar es preciso saber escuchar. 

El hablar con la cabeza vacía muestra que la cosa más fácil es hablar de los demás, pero lo más difícil es conocernos a nosotros mismos. La Biblia dice en Proverbios 4: 20-21, “20 Hijo mío, presta atención a lo que te digo. Escucha atentamente mis palabras. 21 No las pierdas de vista. Déjalas llegar hasta lo profundo de tu corazón” (NTV).

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