Qué difícil es vivir una derrota. Desde el equipo deportivo que se prepara tanto para un partido y termina perdiendo, como aquella persona que ha invertido en una relación y termina experimentando la derrota. Este sentimiento repercute en todo nuestro ser. Una persona derrotada es una persona agobiada, abatida y hasta camina con la frente abajo.
¿Cuántos no pasamos por derrotas diarias? Sin embargo, la derrota también tiene un antídoto que funciona como una antesala hacia la victoria. Después de cada derrota se avecina una gran victoria. Entonces, ¿qué debemos hacer con las derrotas? Creo que debemos encarar la derrota cuando ésta se presente, aprender las lecciones que ella nos enseñe y prepararnos para la victoria.
No dejes que las derrotas del pasado o del hoy dicten o definan tu futuro. Las derrotas son parte esencial de la universidad de la vida. ¿Cómo podrías celebrar sino has sido derrotado? Usa las derrotas como preparación y no como pérdidas. Te darás cuenta que no solo cambiarás tu perspectiva sino que experimentarás más victorias. La Biblia dice, “Claro que no, a pesar de todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo, quien nos amó”, (Romanos 8:37, NTV).