“Deja cualquier cosa por Dios, pero nunca se te ocurra dejar a Dios por cualquier cosa”. Creo que este debe ser uno de los emblemas en nuestra vida. Muchas veces no cumpliremos con las expectativas de todas las personas alrededor nuestro, pero nuestra prioridad es cumplir la voluntad de Dios. En base a esto, escribí la siguiente frase: “Perdóname sino cumplo con todas tus expectativas, pero mi expectativa más grande es cumplir la voluntad de Dios”.
El Señor Jesús fue un vívido ejemplo de eso cuando dijo: “Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42, LBLA). El objetivo primario de Jesús fue hacer la voluntad del Padre. Eso requirió de sacrificio y entrega. Piensa por unos momentos en esas dos palabras y hazte las siguientes preguntas: ¿qué estás sacrificando y entregando hoy en día? ¿cómo le estás dando prioridad a Jesús en tu vida? ¿qué debes dejar para no dejar a Dios?
Restablece el rubro de tus prioridades y te irá mucho mejor. Si Dios no es el centro, hazlo el centro y tu vida dará un rumbo excelente. La Biblia dice en el Salmo 40:8, “Me complace hacer tu voluntad, Dios mío, pues tus enseñanzas están escritas en mi corazón” (NTV).