Desde que estamos pequeños nos gusta ganar. Nos fascina ganar en los juegos, estar en el equipo ganador y experimentar el sentimiento de triunfo. Mi hijo me lo recuerda constantemente cuando una vez me dijo, “es que todos queremos ganar papá”. La verdad es esa. Todos, lo digamos o no, queremos ganar.
Dios nos diseñó con la capacidad de crear, diversificar para poder ganar. Queremos ganar en los deportes, en las relaciones personales, en los conflictos, en los negocios. Queremos ganar posición, fama y muchas veces reconocimiento y reputación. Es más, lo que más quiere ganar la gente es dinero. Pero, la realidad es que aunque siempre se quiera ganar, muchas veces se pierde. Debemos pedirle a Dios que nos ayude a ganar lo que Él desea que ganemos. El adquirir una cosa, relación o dinero, generalmente requiere de trabajo y esfuerzo diligente.
Nada que valga la pena ganar vendrá fácilmente. Así que si quieres ganar constantemente, déjame decirte que tienes que trabajar en tu vida personal, relacional, laboral, emocional y espiritual. La Biblia dice, “los malvados se enriquecen temporalmente, pero la recompensa de los justos permanecerá”, (Proverbios 11:18, NTV).