“Un corazón agradecido da para no volver a acordarse, pero nunca olvida algo cuando lo recibe”. Un corazón agradecido cuenta las bendiciones de Dios y al final de cuentas aunque el saldo no sea grande, siempre termina siéndolo. Un corazón agradecido no se fija en lo suyo propio, sino en el beneficio de los demás. Un corazón agradecido da las gracias en todo momento aunque no lo sienta. Un corazón agradecido aprecia lo que tiene y espera con fe lo que aún no tiene. Un corazón agradecido dice “no” a la apatía y dice “sí” a la compasión. Un corazón agradecido no guarda un archivo de lo que hace, sino de lo que puede llegar a hacer.
Y tú, ¿cómo expresas tu agradecimiento? ¿Desarrollas la gratitud o un espíritu de queja? Todos los días deben ser un día de acción de gracias, porque el dar gracias es una acción. Entonces, lo primero que debemos hacer al levantarnos cada día es dar gracias a Dios por el regalo de la vida, por las relaciones cercanas que tenemos, por los recursos que poseemos y por los que aún no tenemos. Debemos dar gracias por las luchas, porque sin ellas, no seríamos fuertes. Debemos dar gracias por el dolor, porque sin él, no conoceríamos la sanidad ni la tranquilidad. Debemos dar gracias por la intranquilidad, porque en medio de ella conocemos la paz.
¿Por qué puedes dar gracias a Dios hoy? La Biblia dice en 1 Tesalonicenses 5:18, “Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús” (NTV).