“No hay nada más que hacer”. Esas fueron las palabras que escuché de un doctor al entrar a un cuarto en el hospital donde estaba visitando a un hombre gravemente enfermo. Las noticias fueron devastadoras para todos los presentes, incluyendo a su esposa y a sus pequeños hijos quienes lo acompañaban. En medio de la desesperación y del llanto debido a lo súbito de la noticia, nos tomamos de las manos y lo único que supimos y pudimos hacer fue orar. Recuerdo como todos en un mismo sentir le pedimos a Dios que hiciera Su voluntad.
Un día después, este hombre empeoró y volvimos a orar, pidiéndole a Dios que hiciera Su voluntad. Su familia lo entregó a Dios. Sin embargo, para sorpresa de todos, en esa misma tarde, este hombre casi muerto comenzó a reaccionar recobrando sus sentidos de una manera impresionante. Comenzó a mejorar de tal manera que en pocos días salió del hospital. Al salir, su familia me llamó y él mismo dijo: “Le habla al que le dijeron que ya no había nada más que hacer”. Con gozo en mi corazón le dimos gracias a Dios porque una vez nos mostró Su poder en acción.
¿Te han dicho alguna vez que ya no hay nada que hacer? Dios es experto en hacer algo cuando ya no hay nada más que hacer. La Biblia dice en Juan 11:40, “Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios” (RV1960)