Vivimos en un mundo de personas angustiadas. Unos se angustian de la nada y otros por razones muy verídicas. La angustia es un sentimiento agobiador, azotador, desalentador y muchas veces frustrante. Martín Heidegger dijo: “La angustia es la disposición fundamental que nos coloca ante la nada”. En otras palabras, es un sentimiento que emocionalmente hablando nos deja sin bases sustentables. La angustia suele ser constantemente irracional porque tiende a opacar nuestro razonamiento al punto de pensar cosas que nunca pensaríamos sino estuviésemos angustiados. Es por eso que todos queremos vivir sin angustia.
Entonces, ¿qué podemos hacer para no angustiarnos de manera desmedida? Tomar control de nuestros pensamientos los cuales alimentan nuestros sentimientos. De la misma manera, debemos evaluar cuál es la base de la angustia, de modo que si no encontramos base alguna, dicha angustia es innecesaria. Por otro lado, debemos eliminar los factores que nos causen angustia de los cuales no tengamos el control. Por ejemplo, no podemos controlar lo que otras personas digan o hagan, lo cual es una de las propulsoras de la angustia. Finalmente, debemos confiar en Dios. Él está en control y conoce nuestra situación.
Dios puede calmar todas tus angustias, ¿dejarás que Él las lleve? La Biblia dice en Isaías 41:10, “ 10 Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa” (NVI)