¿Cómo lo lamento? ¿Por qué dije eso? ¿Por qué actué de esa manera? ¿Cómo pude evitarlo? ¿Por qué me pasó a mí? Son algunas de las muchas preguntas que se producen cuando nos lamentamos por algo que hemos hecho o dejado de hacer. Es decir, cuando tenemos remordimiento. El remordimiento es un sentimiento que experimentamos como seres humanos cuando creemos que no hemos actuado de manera correcta.
El remordimiento es conocido también como una sensación de culpa que persiste después de una acción propia que catalogamos como dañina o negativa. ¿Te ha pasado? Claro que sí. Todos nosotros nos hemos lamentado y sentido culpa por nuestras acciones. Pero, ¿qué podemos hacer? Primero, aceptar el error. Segundo, resarcir la situación si aún se puede. Tercero, pedir perdón y perdonarse a si mismo. Cuarto, pedirle a Dios que nos sane de los sentimientos de culpabilidad, y, finalmente, aprender de la situación para no volverlo a hacer.
Si has pedido perdón a Dios, ¿para qué sigues albergando remordimiento en tu vida? Por favor, “ya no te remuerdas más”. La Biblia dice, “Pues la clase de tristeza que Dios desea que suframos nos aleja del pecado y trae como resultado salvación. No hay que lamentarse por esa clase de tristeza; pero la tristeza del mundo, a la cual le falta arrepentimiento, resulta en muerte espiritual” (2 Corintios 7:10, NTV)