Usualmente no crecemos cuando las cosas se vuelven fáciles, crecemos cuando enfrentamos desafíos. Yo creo que una vida sin desafíos no sería vida, porque la vida está llena de múltiples desafíos que nos frustran, nos prueban, pero a su vez, nos hacen crecer. A veces el desafiarnos a nosotros mismos es la mejor manera para conducirnos a un crecimiento personal, emocional y espiritual.
La verdad de todo es que nos enfrentaremos a múltiples desafíos en la vida, pero dichos desafíos, suelen prepararnos para un futuro extraordinario. Así que no debemos desistir, sino permanecer, ya que la permanencia marcará la diferencia. ¿Qué debemos hacer? Saber que los desafíos vendrán. Enfrentar cada uno de ellos con una postura de fe. Pedir sabiduría al sobrellevar cada uno de ellos. Buscar la dirección de Dios, recibir ayuda cuando sea necesario y proseguir hacia la meta que Dios nos ha puesto por delante. Además, debemos recordar que cuando Dios nos llame a una tarea más allá de nuestras capacidades, debemos confiar en lo que sabemos de Él y de Sus promesas. Él nos ayudará a enfrentar, sobrepasar y aprender de cada desafío.
La Biblia dice en Santiago 1:12, “12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (RV1960)