Presta atención a la siguiente frase: “Hay tres cosas importantes en la vida: La primera, ser amable; la segunda, serlo siempre; y la tercera, nunca dejar de serlo”. La amabilidad en su más pura expresión es la cualidad de amar y dejarse amar lo cual es ser amable. Este adjetivo ser refiere a aquel o aquello que es afable, afectuoso o digno de ser amado.
La verdadera amabilidad nace de manera espontánea, natural y sin ningún tipo de interés o de intención de conseguir algo. Este mundo necesita de amabilidad. Por ejemplo, ser amable con quien no te agrada, no significa que eres hipócrita, significa que tienes la suficiente madurez para tolerar su personalidad. Como dicen por ahí: “La amabilidad es el lenguaje que el sordo puede escuchar y el ciego puede ver”. La amabilidad puede generar un buen ambiente en todo lugar.
El ser amable comunica más que mil palabras. Es una acción que transciende las barreras del lenguaje, de la cultura y de la tradición. Practica la amabilidad. Será de bendición para tu vida y para los demás. La Biblia dice en Filipenses 4:5, “5 Que su amabilidad sea evidente a todos. El Señor está cerca” (NVI).