¿Cuántas veces estereotipamos a las personas? Muchas veces lo hacemos por su apariencia, procedencia, educación, personalidad, entre otros. En ocasiones simplemente categorizamos a las personas por comentarios de terceros, por su afiliación religiosa, por sus filosofías personales, y en otras ocasiones, lo hacemos sin razón alguna.
El estereotipar a las personas en primera instancia es una mala práctica. No debemos etiquetar a otros por sus notorias diferencias. Las etiquetas limitan sin aún haber conocido a los demás. Es patético que no podamos vivir con las cosas que no entendemos y que necesitemos que todo esté etiquetado, explicado y argumentado, aunque llegue a ser inexplicable.
Muchas veces etiquetamos a Dios diciendo: “Dios no me escucha, Él siempre está ocupado para mí, no responde mi clamor y parece bendecir a otros menos a mí”. Si piensas de esta manera, estas limitando lo que Él puede hacer en ti. No etiquetes más a Dios ni a los demás y experimentarás libertad. La Biblia dice en Romanos 2:11, “Pues Dios no muestra favoritismo” (NTV)