Desde pequeño mis padres me enseñaron el popular dicho que dice: “más vale que no prometas y que cumplas a que prometas y no cumplas”. Recuerda que tu sí sea sí y que tu no sea no. Aunque son frases comunes y que escuchamos constantemente, nos enseñan un valor y un principio fundamental: “el valor de la palabra”.
Nuestra palabra tiene poder, pero también tiene mucho valor. El valor de la palabra lo pone cada persona al ser constante y cumplir entre lo que dice y lo que hace. ¿Cuántas veces hemos escuchado personas que dicen sí a algo y quedan mal? En otras palabras, carecen de compromiso y de responsabilidad. Al transcurrir el tiempo, estas personas pierden credibilidad con los que le conocen de cerca porque saben que sus palabras literalmente se las lleva el viento.
Entonces, debemos ponerle valor a nuestras palabras. Que nuestro sí sea sí y nuestro no sea no. Que nuestras palabras sean avaladas por nuestras acciones y que otras personas corroboren nuestros hechos al conocernos como personas que valoran y practican la verdad. La Biblia dice en Mateo 5:37, “ Simplemente di: “Sí, lo haré” o “No, no lo haré”. Cualquier otra cosa proviene del maligno” (NTV)