Fechas límite, presión, ansiedad y afán, ¿son estas algunas características en tu vida?, ¿estás inmerso(a) en una olla a presión que parece nunca detenerse? Las distracciones son parte del día a día, pero la presión urgente de las cosas que tenemos que hacer nos distrae de lo más importante. Dejamos de hacer lo prioritario por lo que dice ser urgente y lo esencial por lo primordial.
Las escuelas están llenas de niños y niñas que padecen de déficit de atención. Los adultos batallan para vivir una vida sin distracciones. Sin embargo, los afanes, las situaciones desafiantes e inciertas, las relaciones frustrantes, los problemas innumerables, las cuentas interminables, las cargas emocionales y las tragedias constantes se confabulan para robarnos la paz y distraernos de nuestro propósito.
Es imposible vivir sin distracciones, pero es posible manejarlas y, en algunos casos, hacer que trabajen a nuestro favor. Enfócate en los objetivos que te has propuesto, sé persistente, aprende de tus distracciones y regresa al camino de la Palabra de Dios, de la dependencia del Espíritu Santo y del poder en Cristo Jesús. Así podrás vivir en un mundo de distracciones, sin ser distraído.
La Biblia dice en Hebreos 12:2a, “Esto lo hacemos al fijar la mirada en Jesús, el campeón que inicia y perfecciona nuestra fe…” (NTV).