La incertidumbre es algo muy común en todos los seres humanos. Sentimos incertidumbre por lo que está pasando, pero aún más, por lo que irá a pasar. Sentimos incertidumbre ante lo desconocido, ante el peligro o ante el mismo futuro. Alguien bien dijo que la inteligencia de un individuo se mide por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.
La verdad es que la vida se divide en el pasado, el presente y el futuro. Aprendemos que el pasado es cierto porque ya lo hemos conocido, el presente se torna cada vez más breve y el futuro parece ser incierto y hasta dudoso. Pero, ¿por qué dudamos? Dudamos porque el futuro aún no es nuestro y aunque planeemos de la mejor manera posible, suele ser sorpresivo e inesperado.
La primer estrategia que podemos aplicar para vencer la incertidumbre sería la de no enfocarnos en lo que podemos perder, sino en lo que podemos llegar a ganar. También debemos reconocer que en la vida solo hay una cosa totalmente certera y es al amor de Dios para con nosotros. Él nos ama tanto que aunque lo más certero es que algún día moriremos, Él desea darnos seguridad de una vida eterna con Él. Entonces, ¿le conoces? Si es así, tendrás mucha certeza. La Biblia dice en 1 Juan 5:12, “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (RV1960).