“Lo hice sin saberlo”. Esta es la frase que escuchamos o usamos constantemente en nuestro léxico para referirnos a algo que hicimos sin prestar atención o inconscientemente. Muchas veces sin saberlo ofendemos, herimos o causamos dolor a otras personas. Muchas veces sin saberlo somos imprudentes o inoportunos. Muchas veces sin saberlo cometemos errores o pecados de omisión como usualmente se conocen. A veces omitimos hacer el bien y eso también está mal. La verdad es que sin saberlo cometemos muchas faltas.
Pero, la ventaja que tenemos es que no nos podemos quedar en el “sin saber y en las excusas”. Una vez que sabemos lo que hemos hecho o dejado de hacer, debemos pedir perdón, aprender de cada ocasión y tratar de no hacerlo más. No debemos dejar el sin saber como una excusa en la vida, al contrario, el sin saber nos debe animar a saber cómo evitar los errores para ser cada vez mejor.
Pidámosle a Dios que nos de Su saber para que el nuestro sea mucho más efectivo. Al conocerlo más a Él y depender más de Él, nuestras fallas irán menguando cada vez más. La Biblia dice en 1 Pedro 1:13, “13 Así que preparen su mente para actuar y ejerciten el control propio. Pongan toda su esperanza en la salvación inmerecida que recibirán cuando Jesucristo sea revelado al mundo” (NTV)