“Del afán solo queda el cansancio”. Esa es la frase que hemos escuchado desde pequeños, pero que comprende una realidad. Nos afanamos, nos esforzamos, correremos y nos desesperamos mucho en nuestra vida. A veces corremos por cosas que no tienen razón, en otras ocasiones, nos afanamos por algo que al final de cuentas no tiene ningún valor y lo que sí nos queda es un gran cansancio.
¿Por qué corremos tanto?¿Por qué lo primero que hacemos es desesperarnos, preocuparnos y frustrarnos? ¿Por qué no podemos descansar en las promesas de Dios? Simplemente porque así es nuestra descendencia pecaminosa. Nos preocupamos por cosas que nunca llegan a pasar y sobre medidamente por las que nos están pasando. Entonces, ¿qué podemos hacer?
Lo primero es reconocer la causa de nuestro afán, angustia o ansiedad. Planear de mejor manera para prevenir el estar corriendo. Aceptar que aunque hagamos todo bien, siempre habrán sorpresas. Ser flexibles cuando sea necesario y firmes cuando tengamos que serlo. Pero, sobre todo, debemos descansar en Dios y depositar todas nuestras ansiedades delante de Él.
La Biblia dice en Filipenses 4:6-7, “6 Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. 7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (RV1960)
Gracias por eses minutos tan bellos.
El vie., 22 de mayo de 2020 6:30 a. m., Un Minuto Con Dios escribió:
> unminutocondiospodcast posted: ” Un Minuto con Dios · 052220 — Del Afán > Solo Queda El Cansancio “Del afán solo queda el cansancio”. Esa es la frase > que hemos escuchado desde pequeños, pero que comprende una realidad. Nos > afanamos, nos esforzamos, correremos y nos desesperamos much” >
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