Una frase popular dice: “He aprendido que el coraje no es la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es el que no siente miedo, sino el que vence ese temor”. El verdadero corajudo no es el que siempre anda enojado o haciendo corajes. El verdadero corajudo no siempre ruje, a veces es una poderosa y silenciosa voz que te dice: “lo volveré a intentar una vez más”. El verdadero corajudo es aquel que saca fuerzas para seguir cuando parece desfallecer.
El verdadero coraje es una decisión para luchar, para intentarlo una y otra vez y para proseguir no importando los obstáculos que se nos estén presentando. Los actos que surgen del coraje nos elevan por encima de nuestras posibilidades y le dan forma a nuestra vida. El corajudo entiende que no solo sirve a si mismo, sino a otros alrededor suyo sacrificándose desmedidamente por el beneficio del prójimo.
Entonces, bajo esa definición de corajudo, ¿cuál eres? Uno que se enoja por todo lo que le pasa o uno que se sobrepone y lucha a cada instante. Nunca es tarde para cambiar. Seamos personas de un buen coraje. La Biblia dice en Deuteronomio 31:8, “No temas ni te desalientes, porque el propio Señor irá delante de ti. Él estará contigo; no te fallará ni te abandonará”, (NTV)