“No prometas cuando estés feliz, no respondas cuando estés enojado y tampoco decidas cuando estés triste”. Esta fue la frase que escuché hace algún tiempo y se me vino a la mente al pensar en la prudencia. ¿Qué tan prudente eres? A veces nos ganan las emociones, las ganas, nuestra necedad o nuestra propia personalidad y rayamos en la imprudencia.
La prudencia es la facultad de poder pensar y distinguir ante ciertos acontecimientos o actividades y adecuar el comportamiento con la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios. La verdad es que todos, sin excepción alguna, hemos sido imprudentes. En repetidas ocasiones prometemos lo que no podemos cumplir, respondemos cuando estamos emocionalmente fuera de control y decidimos sin pensar las cosas bien.
Hoy es un día para pedirle entendimiento y sabiduría a Dios. Sea Él quien nos ayude a desarrollar esta capacidad de la prudencia a cada instante, nos corrija cuando sea necesario y nos enseñe el mejor camino por donde podamos andar. La Biblia dice en Proverbios 10:19, “Hablar demasiado conduce al pecado. Sé prudente y mantén la boca cerrada”. (NTV)