Vivimos en un mundo de condiciones. Las condiciones del tiempo, las condiciones sociales, las condiciones políticas, las condiciones de la salud, las condiciones familiares, culturales, etc. Dichas condiciones surgen de ciertas limitaciones. Es decir, estamos condicionados en diferentes ámbitos de nuestra vida por reglas, protocolos, seguridades, valores y principios que al ser violados, nos acarrean consecuencias muy desagradables.
¿Sueñas con una vida sin condiciones? Este tipo de vida no existe. Mientras vivamos estaremos condicionados. Pero, ¿Por qué no mirar las condiciones como una bendición para nuestras vidas? Las limitaciones en cierto sentido nos otorgan libertad. El no pasarnos de la raya nos protege y nos capacita a vivir con libertad en medio de tanta adversidad, controversia y fragilidad. El estar condicionados nos hace reconocer que no podemos hacer todo lo que queramos, lo cual sería algo egoísta, y a su misma vez, nos muestra que necesitamos de otras personas para vivir en comunidad.
No importa las condiciones en las que te encuentres, Dios siempre estará allí para ayudarte y para darte una verdadera libertad, la libertad de la mente y del corazón. La Biblia dice en el Salmo 119:96, “ Aun la perfección tiene sus límites, pero tus mandatos no tienen límite” (NTV)