La Fama

Hay muchas personas que desean ser famosas. Desean ser reconocidas, admiradas, y aduladas por aquellos que están a su alrededor. La fama tiene una connotación de poder y de influencia y por eso muchos la desean tener. Pero las ganas de ser famosos radican en la necesidad de trascendencia de cada uno de nosotros. No hay nada malo con querer ser trascendente, es decir, querer hacer la diferencia en nuestro tiempo y sirviendo a las personas alrededor nuestro. 

La fama en sí no es algo malo, sin embargo, el poder, la fama, el éxito y el dinero se suben a la cabeza cuando la encuentran vacía. La verdadera fama no se logra cuando todos saben tu nombre, la fama se logra cuando todos saben quien eres y quieren saber cómo ser en parte como tú eres. La fama se gana no sólo con el desempeño de un talento, sino con el carácter del diario vivir. La fama falsa proviene de un estatus momentáneo, del poder y de las posesiones. La fama verdadera es producida por el impacto del carácter de alguien en alguien más. Es decir, la fama verdadera proviene de servir a los demás. 
Jesús ha sido el ser más famoso que haya podido existir, sin embargo, Él vino en forma de siervo y su fama se debió a Su sacrificio y a Su entrega. ¿Por qué deseas ser conocido? La Biblia dice en Mateo 20:28, “como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (RV1960) 

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