“Tu vergüenza del pasado es tu testimonio para el futuro”. Las cosas de las cuales no te quieres recordar hoy se vuelven en la fortaleza sobre la cual te levantarás mañana. Es más, en las luchas de tu pasado y tu presente, Dios está forjando armas en ti para enfrentar tu futuro. El pasado nos informa, pero Dios nos transforma. El pasado nos puede enseñar lo que el presente suele necesitar.
Dios es el Dios de los tiempos. Nuestro pasado es usado por Él para cumplir Sus propósitos trazados para nuestras vidas. Tanto el pasado como el futuro son valiosos en los planes de Dios para nosotros. No seríamos lo que somos sin los dolores y experiencias del ayer. No construimos un presente bueno sin la preparación del ayer y no podemos esperar un buen futuro si no trabajamos diligentemente en el presente anhelando con esperanza un hermoso futuro.
No somos definidos por los aciertos o desaciertos del ayer. No somos lo que somos por las vergüenzas del ayer. Somos lo que somos por el que conoce nuestro pasado, el que sustenta nuestro presente y el que construye nuestro futuro. Dios es el mismo ayer, hoy y por siempre, ¿Le entregarás tu pasado y le confiarás tu futuro a Él? La Biblia dice en el Salmo 31:15, “En tu mano están mis tiempos; Líbrame de la mano de mis enemigos y de mis perseguidores” (NTV).